miércoles, 26 de mayo de 2010

Paco Igartua y Velasco


Francisco Igartua, director de la revista Oiga, apoyó al gobierno revolucionario de Juan Velasco Alvarado durante buena parte de su proceso. De 1968 a 1974, defendió a la revolución y sus medidas reformistas para cambiar el Perú: la reforma agraria, la recuperación de la Brea y Pariñas, la estatización de la banca, la formación de cooperativas para administrar las empresas, la nacionalización de un buen número de industrias del país, etc. Paco Igartua, como muchos peruanos en aquella época (60s y 70s) creía que este era el único camino para salir del subdesarrollo y eso se hizo evidente en la línea editorial de Oiga. Sin embargo, y como Paco era un hombre de convicciones pero no un incondicional, no solo destacó y apoyó lo que él creía eran los aciertos del gobierno revolucionario comandado por las Fuerzas Armadas, sino también lo criticó cuando vio errores y abusos. Igartua deseaba una revolución para el Perú, pero defendía abiertamente la libertad de prensa y, como seguidor de Unamuno, reclamaba que los políticos sean gente decente y con principios morales.

Sin embargo, el gobierno de Velasco, quien tenía buenas intenciones, pronto fue mostrando sus yerros y su incapacidad para la política económica: en 1974, la burocracia, que se había inflado exponencialmente, solo había llevado a malos manejos y a una gran corrupción; el manejo económico de los años anteriores nos estaba conduciendo a una gran crisis económica; la reforma agraria había empobrecido aun más a los campesinos; la censura a los medios opositores (Caretas fue silenciado en 1974 y en años anteriores también) era evidente; y los periódicos expropiados y otorgados a los trabajadores, solo había conducido a un periodismo servil. Todo esto condujo a que Oiga, encabezado por Igartua, a pesar de mantener su apoyo a Velasco, comenzó a criticarlo con más frecuencia. Esto hizo que el gobierno le pusiera trabas a su trabajo periodístico; hasta que en noviembre de 1974, luego de una fuerte crítica de Oiga a la política económica del gobierno, este lo censuró y le pidió que se rectificara. Francisco Igartua se negó a esto y poco después partió deportado a México. Solo en 1977, este volvería de su destierro.

En suma, uno puede criticarle a Igartua aquella toma de posición a favor del gobierno de Velasco, que por cierto era entendible en aquella época y de la cual participaron muchos peruanos como Vargas Llosa, pero lo que no se puede negar es que Paco fue leal a sus convicciones y cuando vio que aquel gobierno nos estaba conduciendo a la falta de libertad de prensa, dio un paso al costado y defendió aquella como siempre lo hizo en su vida.

lunes, 17 de mayo de 2010

Noche de ronda en Bath


El libro de cuentos Noche de ronda en Bath de Rafael Anselmi es un bonito libro de cuentos donde más que los argumentos o las historias, lo que conmueve o atrapa son las atmósferas o la sensibilidad que destila. Luego de leer Noche de ronda en Bath compruebo que en cada libro se refleja, de alguna u otra manera, la personalidad de su autor. Aquí no vemos, pues, a un nato contador de historias (aunque sí un nato escritor que escribe para sobrevivir y darle sentido a su vida), sino a un escritor que se vale de mínimas anécdotas para plasmar un relato donde los recuerdos o los pensamientos tienen un lugar fundamental. El narrador de Noche de ronda en Bath, como el Quijote, saborea sus recuerdos con dolor, nostalgia, y a veces algo de alegría.

El libro me deja una grata impresión, aunque hay relatos mejores que otros. Los mejores son: “Noche de ronda en Bath”, “Dormiditos se han quedado”, “Nada que decirle”, “Una foto y el Tata” y sobretodo “La luz por los barrotes”…Finalmente, los personajes de Anselmi son nostálgicos y melancólicos por naturaleza, gozan del licor como un escape y se sienten como extraños en el mundo que les toca vivir.

En resumen, sin ser un gran libro, pues hay relatos algo irregulares, vale la pena su lectura pues su sensibilidad es única o particular.

sábado, 8 de mayo de 2010

Y de repente, un ángel


Y de repente, un ángel (2005), novela de Jaime Bayly que quedó finalista del premio Planeta aquel año, es, de lejos, lo mejor que he leído del escritor peruano. Es una muy buena novela donde apreciamos la destreza y la madurez narrativa de Bayly. Aquí sí se percibe la buena prosa de Bayly y la magia con que este transforma una trama sencilla en un relato entretenido y cautivante. Además, Bayly, y ahí se palpa su talento y su juego con la forma y las técnicas narrativas, utiliza dos registros para contar la historia del escritor Julián Barrios que llega a tener una gran amistad con su empleada Mercedes y la ayuda a encontrar a su mamá, la cual la regaló cuando era una niña. En esta historia que hubiera podido quedarse solo en el drama, Bayly juega con el humor y lo inserta magistralmente en lo momentos más dramáticos. Por ejemplo, cuando Mercedes se reencuentra con su madre en el pueblo de Caraz, el escritor peruano vuelve esa escena en algo graciosísimo pero verosímil. Se vale de la farsa (plasmado maravillosamente en el personaje de Petronila, la madre de Mercedes y el mayor Concha Fina) y esto con el fin de darle un respiro al lector para que digiera el dramón que le está contando.

Hay también una historia paralela, pero secundaria, acerca de la relación de Julián Barrios con su pareja Andrea. Esta historia está también muy bien desarrollada, pues también funciona como una válvula de escape al drama que nos va narrando. El final de la novela, por su parte, es una búsqueda de Julián Barrios para vencer el odio que siente hacia su padre y reconciliarse con él, tal como Mercedes lo hizo con su madre. Un hermoso detalle se encuentra también en la muerte del padre de Julián, que ocurre poco después de la reconciliación de padre e hijo. Ahí Bayly utiliza, nuevamente, magistralmente el humor y lo inserta poco antes que aquel se muera. La última frase del padre a su hijo no es una frase trascendental, sino una frivolidad: ¿Has visto que tal culo se maneja la enfermera? Y así igual la escena final (escrita en registro de farsa) es divertidísima y tierna. La anciana Petronila disparando y matando a tres cuyes y diciendo que ya es hora de comer, es un final de perillas.

Después de leer esta novela, debo decir que Bayly ha mejorado bastante como escritor y esta es su primera obra maestra. Es alucinante cómo juega con los registros del drama a la farsa, de lo grave a lo hilarante y vuelve a este libro es un texto imprescindible.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La noche es virgen


La noche es virgen (1997), de Jaime Bayly, ganó el premio Herralde en aquel año por unanimidad. Luego de leerla (en unas cuantas horas te lo lees, pues Bayly te atrapa de inmediato con el relato), la considero una novela solo regular. No me pareció la gran cosa. Y no por el tema: la homosexualidad de Gabriel, un joven conductor de un programa de televisión, que se enamora de Mariano, un rockerito desconocido y muy guapo; sino porque la noto redundante y con muchas cosas por pulir. Bayly hace, en mi opinión subjetiva, un abuso de potos, pingas, drogas para reflejar aquel mundo algo sórdido del personaje. Y no es que yo sea un cucufato, sino que el mismo tópico se repite una y otra vez a lo largo de la novela y termina por hastiar. Ya sabemos, a la mitad de la trama, que Gabriel es un gay que siente debilidad por las pingas y los culos, pero tantas veces se repite esa idea que se termina por desgastar, por ajar. Igual ocurre con la coca.

Con todo eso, no hay que negar la capacidad que tiene el escritor peruano de envolverte en una trama (Bayly es un nato contador de historias) y aquí, a diferencia de Los últimos días de la Prensa o No se lo digas a nadie, su autor cambia de técnica literaria y se vale de párrafos largos, juegos con los signos de puntuación y prescinde de los diálogos directos para apostar por los indirectos, que están insertos en los mismos párrafos.

Por otro lado, en La noche es virgen se abusa un poco de las pensamientos que hace el autor mientras ocurre una determinada escena. Es decir, que mientras Gabriel realiza una acción, se le vienen a la mente pensamientos que, a veces, desvían al lector del relato principal. A pesar de todo lo señalado, podemos decir que la literatura de Bayly es fresca, ingeniosa, divertida, libertina y supongo que por eso le dieron el premio. Mas considero, que es una obra solo regular y que trata de manera algo superficial (o epidérmica) un tema tan rico como la homosexualidad.

martes, 4 de mayo de 2010

Los últimos días de La Prensa


He leído el libro Los últimos días de La Prensa (1996), de Jaime Bayly, y debo decir que me divertido bastante. Me lo he leído, como hace mucho tiempo que no me pasaba, de un tirón y no solo riéndome (cagándome de risa, sería la expresión adecuada) sino también reflexionando. Es cierto que el libro de Bayly es ligero, de fácil lectura, con una prosa sencilla; sin embargo, funciona y de maravillas. La historia del periódico “La Prensa” y del abuelo de Diego que perdió sus tierras con la reforma agraria (las dos historias paralelas que recorren el relato) te atrapan desde el inicio. Los diálogos están muy bien desarrollados (el autor tiene una facilidad para estos) y hay personajes que resultan inolvidables: Patty (la cuñada secretaria del director del periódico), el abuelo de Diego, el periodista Zamorano (encargado de la página Internacional). Asimismo, Bayly tiene facilidad para describir y desarrollar escenas, situaciones, personajes, tics, características físicas, la jerga y el humor cutre del periodismo limeño.

Debo señalar que es cierto que la literatura de Bayly puede ser considerada “Light”, pero es una literatura que para su tipo (que me parece sincera y no impostada y que tiene que ver con la personalidad del autor) es muy buena y de calidad. Muchos de los críticos de Bayly le reprochan su ligereza de temas y se escandalizan con su mente libertina, pero ¿acaso la vida no es también las putas, las pajas, la cutra, la pendejada, la criollada, la homosexualidad, etc? Pues Bayly, y aunque en esta novela no habla de homosexualidad ni de coca, sí desarrolla el tema de las putas, de las pingas, las chuchas, la pendejada, la mermelada y grafica muy bien lo que es la vida. Y para los que quieren profundidad ahí está la historia del abuelo de Diego, que te hace reflexionar sobre la Reforma agraria en la época de Velazco. En esta historia Bayly es ligero (por el lenguaje que usa), pero es también profundo y gracioso –las cartas que escribe el abuelo al director del periódico son divertidísimas-). En suma, en la superficialidad también hay profundidad.

Finalmente, hay que entender que Bayly no es escritor realista, sino uno satírico, que todo lo ridiculiza, lo deforma, lo vuelve todo más grotesco, para así burlarse. No es casualidad que el diario La Prensa parezca, en la novela de Bayly, peor que el diario “Ajá” o “Chuchi”. Por todo esto, Los últimos días de La Prensa es una buena novela de un buen escritor.