domingo, 30 de diciembre de 2012

Luces de la ciudad


Luego de ver Luces de la ciudad (1931), de Charles Chaplin, confirmo la genialidad de este. La película es hermosa y tiene escenas memorables. El argumento es sencillo: Charlot, un vagabundo (Chaplin) se enamora de una vendedora de flores que es ciega (Virginia Cherrill). Además, salva la vida a un millonario que intenta suicidarse y a partir de ahí surge una relación de amistad entre ambos; sin embargo, cuando este rico está sobrio, desconoce a su salvador. Bajo estas dos líneas argumentales transcurre la historia y Chaplin se las ingenia nuevamente, como en sus demás películas, para hacernos transitar por todas las emociones posibles: la risa, la pena, la tristeza, el amor.

El conflicto surge cuando Charlot  busca ayudar a la florista a obtener dinero para pagar la renta de su casa, pues de lo contrario ella será desalojada. Con ese fin, Charlot tendrá que trabajar en varios oficios (barrendero, boxeador) y finalmente consigue su objetivo, cuando su amigo millonario le entrega 1000 dólares. Sin embargo, éste, producto de un golpe de un ladrón, desconoce el obsequio a su amigo y lo inculpa ante la policía. A pesar de esto, Charlot logra escapar y entregar el dinero a la florista ciega para que pague la renta y pueda operarse con el fin de recuperar la visión. No obstante, él es capturado por la policía y llevado a prisión. Cuando sale, un mes después, se encuentra en la calle con la florista que ahora sí puede ver. Ella lo imaginaba diferente, un hombre apuesto y de dinero, pero Charlot, por el contrario es pobre y nada simpático. ¿Lo rechazará o lo aceptará?...La escena final es memorable.      

Y las cuatro escenas memorables son las siguientes: cuando a Charlot le provoca bailar y saca a una mujer en la pista de baile; cuando se traga el pito o silbato; la pelea de box; y la escena final. En suma, la película es hermosa y merece la pena verse.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Diario de un profesor (5)

Mis mejores profesores nunca me llamaron por mi nombre, ni siquiera tuvieron interés en aprenderlo, a lo más me reconocían por mi rostro y me saludaban. Sin embargo, me dieron palabras de aliento que aún guardo conmigo y que me motivan cuando, a veces, empiezo a desconfiar de mí mismo…Ahora que soy profesor, también trato de dar palabras de aliento a los estudiantes, de elogiarlos cuando hacen bien las cosas (yo sé, por mi experiencia de alumno, que esas palabras son más que valiosas) y ayudarlos a confiar en sí mismos. Pero, algo más, también trato de saber sus nombres y de grabarlos en mi mente. Sé que eso los hace sentir importantes, valiosos y apreciados. Sé que saber sus nombres crea un vínculo más estrecho entre profesor y alumno que dura no solo un par de bimestres o un ciclo, sino toda la vida.


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Cuando comencé a enseñar, hace ya algunos años, lo hacía solo llevado por mi intuición y mi pasión. Mi metodología, ausente por supuesto, consistía solo en enseñar como me hubiera gustado que me enseñen.

martes, 18 de diciembre de 2012

Francisco Lombardi


Gracias a la promoción del diario La República, he podido ver en las últimas semanas dos películas del cineasta peruano Francisco Lombardi (1949): “La boca del lobo” (1988) y “Bajo la piel” (1996). Meses antes, y por mi cuenta, había visto “La ciudad y los perros” (1985), “Ojos que no ven” (2003) y “Mariposa negra” (2006), las dos últimas sobre la época del fujimorismo. Y años atrás, había contemplado “Cuentos inmorales” (1978), “Maruja en el infierno” (1983), “Caídos del cielo” (1990), "No se lo digas a nadie" (1998), “Pantaleón y las visitadoras” (1999) y “Tinta roja” (2000). Lombardi, y antes de dar mi opinión, ha filmado 16 películas, siendo la última “Ella” (2009). Además, Lombardi es considerado uno de los directores de cine peruano más importante, por no decir el mayor. Sin embargo, y según los críticos, en los últimos años su carrera estaba en declive, pues desde “Tinta roja” (2000) sus películas habían resultado fallidas o al menos no a la altura de las que hizo en su primera época. Su mejor película, según la crítica, es “Bajo la piel”.

Pues bien, luego de este preámbulo, puedo decir que tal vez sea posible que las últimas películas de Lombardi no estén a la altura de las cintas que hizo hasta el año 2000, sin embargo considero que cintas como “Ojos que no ven” y “Mariposa negra”, ambas críticas a la época del gobierno fujimorista, resultan de interés y son ambiciosas, sobre todo la primera. “Ojos que no ven” narra los últimos días del gobierno fujimorista y es un buen retrato de la podredumbre moral del gobierno de Alberto Fujimori. Asimismo, crea consciencia en el espectador sobre lo que pasó en aquella época.

Sobre su primeras cintas, destaco la buena versión que hace del libro de Mario Vargas Llosa, “La ciudad y los perros”. Sin lugar a dudas, una destacada película. Pero las que se llevan los elogios, al menos por lo que he visto, son, sin lugar a dudas, “La boca del lobo” y “Bajo la piel”. La primera es una magnífica película que retrata lo que ocurrió en la época del terrorismo. Y específicamente muestra los abusos que cometieron tanto los senderistas como el ejército peruano contra la población peruana en el interior del país. Y ojo que esas violaciones de derechos humanos ocurrieron entre 1980-1983, es decir durante el gobierno de Fernando Belaúnde…Creo que esta película debería ser pasada en colegios y universidades para dar idea a los estudiantes de lo que ocurrió en aquella sangrienta época y entender la complejidad del problema. Por cierto, las actuaciones, el guion y la dirección son dignos de elogio.

Por otro lado, “Bajo la piel”, y ahora sí le doy la razón a los críticos, es una muy buena película. Este es un filme ya no social, sino de ficción que muestra un thriller policial con reminiscencias filosóficas o metafísicas. Trata de un policía (José Luis Ruiz) que investiga los asesinatos cometidos en un pueblo del norte del Perú y dichas muertes tiene similitudes con los sacrificios que hacían en la cultura Mochica. Poco a poco, el policía se irá identificando o mimetizando con el asesino que persigue y sentirá las mismas pulsiones destructivas que posee el perseguido. El final es redondo.

En suma, Lombardi, más allá de que tal vez sus últimas cintas no tengan la intensidad de las primeras, tiene una carrera interesante y basta esas dos películas antes mencionadas para decir que tiene un prestigio bien ganado y una obra que merece la pena revisar y disfrutar.   

domingo, 16 de diciembre de 2012

Héroes (Chaplin y Billy Joel)

Este mes de diciembre que se va y con el cual llegan las fiestas; sí, esas fiestas en que la gente se siente más solitaria y vacía; esas fiestas, también, en que la gente sueña que el próximo año va  a ser mejor que el anterior (muchas veces, una mentira que se hacen a sí mismos, pero que les permite seguir viviendo); en fin, ese diciembre, que se pasa como un soplo, solo es llevadero y  soportable (e incluso, a veces, agradable)  gracias a esos héroes que nos permiten insistir en el anhelo de soñar. Y no me refiero a héroes sobrenaturales, sino héroes de carne y hueso. Artistas que con su arte nos iluminan la vida, nos despiertan emociones, nos enternecen y no hacen sentir vivos y con esperanza. Y mis héroes de este mes son Charles Chaplin y Billy Joel. Me quedo mudo ante la genialidad de Chaplin, el gran cineasta inglés. Obras geniales como “La quimera del oro”, “El circo”, “Tiempos modernos”, “Candilejas”, “El gran dictador” conmueven la fibra más íntima. Chaplin expresa mucho con poco. Nos produce mil y un emociones: nos lleva de la risa a la pena, de la ternura a la nostalgia, y de esta a la esperanza y nuevamente a la risa. Sin lugar a dudas, Chaplin fue un genio y uno de los mejores comediantes que ha existido en la tierra.

Billy Joel, por su parte, músico norteamericano nacido en 1949, es un gran músico, que con sus bellas melodías conmueven. Éxitos como “Pianoman”, “Honesty”, “Uptown girl”, “Just the way you are”, la excelente “My life”, “You may be right”, “Tell her about”, “You are my home”, “The longest time”, “We didn’t start the fire”, “Pressure” y otras más, impactan por su belleza y variedad en sus registros. Joel posee la capacidad de ser versátil y sus  canciones poseen diversos registros; es decir, éstas son muy distintas entre sí no solo en su melodía y temática, sino también en la interpretación. Por ejemplo, uno escucha “Honesty”, uno de sus más conocidos clásicos, y no puede creer que el mismo Joel es el autor de otro clásico como “Uptown girl”. Y lo mismo ocurre si se confrontan canciones como “Just the way you are” (otro hit) con el pegadizo “We didnt start the fire”. No cabe duda, Joel es un maestro que hay que escuchar y admirar. Su arte, al igual que el de Chaplin, conmueve y nos saca del vacío humano del mes de diciembre y nos hace ver con optimismo el año que se avecina. ¡Gracias a estos dos héroes!           


Vídeo de "Uptown girl":
http://www.youtube.com/watch?v=hCuMWrfXG4E

Video de "Just the way you are"
http://www.youtube.com/watch?v=QPiK_yGG8ag