sábado, 15 de junio de 2013

Dublineses



Publicado en 1914, Dublineses es un libro de cuentos del irlandés James Joyce (1882-1941), conocido por su novela Ulises, que es considerada una obra maestra y una de las grandes obras de arte del siglo XX. Dublineses está compuesto por 15 relatos y todos tienen como telón de fondo la ciudad de Dublin, capital de Irlanda. Luego de leer el libro que ha sido como una bocanada de aire fresco en medio de la tediosa rutina, puedo decir que es un muy buen libro. La prosa de Joyce no ha envejecido, sus relatos se mantienen actuales pues esos irlandeses humildes y de clase media que retrata en sus vidas insatisfechas y rutinarias, son iguales o parecidas a quienes vivimos en la época actual y en otras latitudes. Pues, leyendo a Joyce, caes en la certeza de que nosotros no somos muy diferentes de quienes vivieron hace un siglo y en otro continente. Los seres humanos, no importa la época y el país, somos iguales en esencia: los mismos sueños, miedos, temores, insatisfacciones, etc. Leyendo a Joyce uno se siente afín a la humanidad.

Los 15 relatos son interesantes, unos más que otros, pero todos están muy bien escritos. Joyce crea ambientes, describe personajes tanto en su mundo exterior como interior, sabemos lo que hacen y lo que piensan.  Hay mucho parecido con los cuentos actuales, salvo los finales que acaban más que como desenlaces que sorprenden, como el punto final de una crónica. En suma, no hay finales sorpresivos…Los cuentos más logrados  ,en mi opinión, son “Eveline”,  “Dos galanes”, “La casa de huéspedes”, “Una nubecilla”, “Duplicados”, “Un triste caso”, “Una madre”. De todos ellos, el que más recuerdo es “Un triste caso” y “Eveline”. El primero es sobre un hombre muy estricto o derecho que se priva de tener una aventura con una bella mujer por sus tontos prejuicios. Y el segundo, sobre una chica que va a abandonar a su familia para irse con su amor a otro continente, pero a punto de embarcarse, la vacilación la envuelve.

En suma, Dublineses es un libro que vale la pena, es un clásico y sin duda merece ser leído. 

domingo, 9 de junio de 2013

Somos como los deportistas

Roger Federer, el mejor tenista de la historia, ha ganado 894 partidos y ha perdido 204 veces. Es decir, sabe lo que es perder. David Ferrer, tenista 5 del mundo, tiene 519 victorias-255 derrotas. Por su parte, Nicolas Almagro, 13 del mundo, tiene un récord de 314 victorias-202 derrotas. Juan Mónaco, argentino 17 del mundo, 271-203. Estos últimos también saben lo que es perder y eso que hablamos de los 20 primeros del ránking. ¿Imagínense el récord de un jugador que está en el puesto 70 o 100? Y sin embargo, estamos hablando de jugadores profesionales, de gente que compite al máximo nivel y que, básicamente, son gente con mentalidad positiva y ganadora.

Pues bien, la vida del deportista es igual a la nuestra. Es decir, nosotros somos como los deportistas, ganamos y perdemos todos los días. Tenemos días en los que nos salen bien las cosas y otros días, la mayoría, en que no sale mal. Y sin embargo, cada derrota nos hace más fuertes, y nos invita a seguir esforzándonos por cumplir nuestras metas. E intentar, en la medida de nuestro talento y esfuerzo, a llegar lo más lejos en el "ránking mundial". Lo importante es, simplemente, no perder el optimismo y tratar de superarnos cada día. Un buen ejemplo de eso es el tenista David Ferrer, 31 años, 5 del mundo, que aunque perdió hoy el Roland Garros a manos de Rafa Nadal (otro grande), venció porque jugó su primera final en un Grand Slam y en los últimos dos años ha cosechado más éxitos que en sus primeros años. Y todo en base a su esfuerzo y constancia...Como se ve, todo un ejemplo.

Foto: David Ferrer
  

 


lunes, 3 de junio de 2013

Ya no escribo ni leo

Hace casi dos meses que no escribo ni leo. O si lo hago, lo hago muy poco, como ahora, de manera intermitente, en esos pocos minutos que el trabajo y la rutina no da una tregua. En dos meses he avanzado a trompicones el libro "Dublineses" de James Joyce. He leído unos 10 cuentos y voy en la mitad del libro. Leer esos breves cuentos son como un respiro, salir de esa estúpida y monótona rutina y ver destellos de luz en medio de un tedioso viaje en un viejo bús que te lleva a tu casa. Y escribir, escribir no lo hago, sueño, por eso, con volver a hacerlo y terminar esos cuentos que tengo pendientes. Tengo dos en mi cabeza, en mi imaginación, esperando que salgan de mi corazón y mis manos como ráfagas de luz, que broten como líquido incontenible. Escribir y justificar la vida, escribir y decir estoy vivo, escribir y embellecer lo que me rodea, escribir y sentir que el año no se pasa así nomás. Pero la rutina del trabajo te vuelve a envolver con sus garras y solo volverás a pensar en lo anterior cuando asomes la cabeza, como ahora, fuera del agua y veas la luminosa superficie que te espera ahí afuera.  Soñar pues con leer y vivir nuevas aventuras y escribir y hacer realidad estas y sacarle la vuelta a la realidad, hacerle un guiño de provocación a la muerte y sonreír mientras escribes las palabras indicadas.