Las buenas películas, como toda obra de arte, no solo
entretienen sino que conmueven, cambian tu visión del mundo, te hacen tomar
conciencia de algo que antes pensabas intrascendente, pero que no lo era. Es el
caso de “12 años de esclavitud” (2013), película ganadora del último Oscar, que
refleja de manera excelente los abusos que hubo durante la etapa de la
esclavitud en los Estados Unidos, a mitad del siglo 19. La película, basada en
la realidad, cuenta la historia del negro Solomon Northup, que vive libre en
Nueva York, pero un día es drogado y vendido como esclavo en Nueva Orleans (el
sur). A partir de ahí, se narra los 12 penosos y difíciles años que tiene que
sufrir Solomon antes de ser liberado y regresar con su familia.
El director Steve McQueen logra plasmar o crear un retrato
duro pero verídico de lo que ocurrió en Estados Unidos, y otros países, a mitad
del siglo XIX. Es decir, ese proceso de animalización que produce la esclavitud.
Ese estado de sojuzgamiento total, en el cual la persona pierde su amor propio,
su autonomía, sus derechos y se vuelve en un ser sumiso que solo busca
sobrevivir. Por otro lado, también se observa la contraparte. Aquellos
hacendados blancos que pensaban que porque “compraban” a un negro, podían hacer
lo que se les daba la gana con sus esclavos. Mc Queen filma con sobriedad pero
sin maquillar la verdad de aquella lamentable época. Y como obra de arte, es un
alegato a favor de la libertad de las personas, a nunca más repetir un sistema
tan injusto, y a comprobar, al menos de cierta manera, que en estos casi 160
años transcurridos hemos evolucionado y nos hemos hecho un poco más humanos. Un claro
ejemplo, es que el presidente de los Estados Unidos es un hombre de raza
negra. ¿Quién se lo hubiera imaginado en aquel entonces o hace tan solo 50 años?
Finalmente, esta película debe ser pasada en todos los colegios, para que los niños y adolescentes sepan lo que fue el esclavismo y por qué cualquier tipo de discriminación o racismo es malo.