miércoles, 31 de diciembre de 2014

Premiación El Oficio Crítico 2014

 
El lunes pasado, en el Centro Cultural Cafae, se realizó la Premiación de El Oficio Crítico, que busca reconocer el trabajo de la gente que hace teatro en el país, y que muchas veces no tiene la cobertura de los medios tradicionales. Bajo la batuta de mi amigo Sergio Velarde, periodista, actor y crítico, el evento estuvo colmado de gente de la escena teatral y se realizó con éxito.

Conozco a Sergio y sé de su amor por el teatro y su labor como crítico, hace años, a través de su blog El Oficio Crítico. Estuve presente en las dos primeras premiaciones y me satisface ver que cada vez el evento atrae más gente de la escena teatral. Personalmente, no estoy de acuerdo con esa distinción de teatro comercial y teatro independiente, ya que eso genera bandos y no genera unidad (al respecto, el discurso de la actriz Gisela Ponce resultó clave: hay que unir esfuerzos). Sin embargo, la premiación de este año, en su cuarto número, atrajo gente de teatro que pertenece a estos supuestos dos grupos y permitió que, al menos una vez al año, se reconozcan, se saluden, se vinculen. Así gente de la Ensad, del Club de Teatro de Lima, de Teatro Racional, de Plan 9, etc., se dieron cita y de por sí eso resultó estimulante o motivador.

Me agradó personalmente los divertidos y profundos discursos de los hombres y mujeres de teatro: Ernesto Ráez, Paco Caparó, Gisela Ponce de León, Ricardo Morante, etc. Y comprobar la pasión, el gran trabajo en equipo y la investigación que hay detrás de cada puesta en escena. También me gustó que se rinda un homenaje a los actores, actrices o gente vinculada al teatro que nos dejaron este año. Hubo discursos muy sentidos (aunque recomiendo que se mida el tiempo, ya que casi una hora duraron estos homenajes). Finalmente, esta premiación sirvió para que todos nos demos cuenta que hay que ir más al teatro, ver las obras de los distintos grupos, no quedarnos con presenciar las obras de nuestros amigos. Personalmente, me he prometido este 2015 ir más al teatro.

Por último, sugiero mejorar el sistema de votación del público, ya que me imagino que muchas veces debe ganar no el mejor, sino el que tiene más amigos que voten por uno. Y francamente no le veo el sentido. Con respecto, al voto de El oficio crítico (conformado por Sergio y sus colaboradores) espero que se esté realizando bajo un sistema democrático para que la elección del ganador sea lo menos subjetiva posible. Por lo demás, felicitaciones a Velarde y compañía (por su labor de difusión y crítica) y a la gente que apuesta por el teatro en el Perú.



 

martes, 30 de diciembre de 2014

Diario de un profesor (10)

9/12/2014
No hay clase en la que no me acompañe mi botella de agua. La necesito sí o sí. Recuerdo uno de las primeras clases que dicté y recuerdo que la boca y la garganta se me secaron. A la hora o dos horas de hablar ya no podía más y no veía la hora de tomar un vaso de agua que me refrescara. A partir de entonces, asisto a clase, religiosamente, con mi botella de agua (que me cuesta 1 sol o 1.20. Compro la marca Cielo o Vida). Y hago uso de ella varias veces a lo largo de la clase. Tal como un deportista lo hace antes, durante y después de un partido.


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"¿Y su galletita, profesor?". Así me interrogan con cariño algunos colegas en el instituto donde enseño. Y es que siempre me ven con un paquete de galletas a la mano. Siempre me ven llevándome a la boca alguna galleta o sánguche.

Hace un año recuerdo haber estado en clase, una clase complicada, y de pronto sentí como un mareo, como un vahído; sentí mis pies trastabillar y casi caer desmayado. Precisamente, esa mañana no había desayunado, salvo un vaso de yogurt. Desde entonces, trato de alimentarme bien y por eso siempre paro con algo de comida a la mano. Porque así como un carro necesita su gasolina para poder andar y no se le apague el motor; el profesor necesita estar bien alimentado para poder rendir.

domingo, 28 de diciembre de 2014

The walking dead (temporada 1)


A través del diario Correo, he podido ver la primera temporada "The walking dead", que ya está en su quinta temporada. Producida por Frank Darabont, director de Sueños de libertad, y basada en la novela gráfica de Robert Kirkman, la serie se ambienta en un mundo post-apocalíptico poblado por zombies que atacan a los pocos humanos sobrevivientes. La historia se centra en un grupo de personas, lideradas por el policía Rick Grimes (Andrew Lincoln), que busca sobrevivir en medio de la invasión.

La primera temporada (estrenada en octubre del 2010) consta de 6 capítulos en los cuales vamos conociendo a los personajes centrales y sus peripecias para escapar de los zombies. Hay un triángulo conflictivo entre el polícía Grimes, su esposa Lori  y el mejor amigo de Grimes: el policía Shane Walsh. Esto debido a que ante la ausencia de Grimes (estuvo en coma y despertó cuando la invasión se había consumado), Shane se hizo cargo de la esposa e hijo de Grimes y sostuvo una relación con ella. Sin embargo, con la llegada de Grimes, esto cambia.

Lo que atrapa en Walking Dead son los conflictos que viven los personajes, las situaciones complejas que afrontan para sobrevivir, los choques de caracteres (con los cuales los espectadores nos identificamos y nos preguntamos qué haríamos en una situación similar). Además, la crudeza y la belleza de las imágenes: el morbo de ver sangre y cabezas despedazadas; las mordidas de zombies a humanos: la sangre manando o brotando a borbotones. Además, cada capítulo te deja con expectativa de saber qué va a pasar en el siguiente. Tengo entendido además, que la serie se basa en el cómic, pero no a rajatabla, sino que se toma licencia para profundizar en ciertas situaciones o personajes. Por tanto, la sorpresa no es solo para el espectador común, sino también para aquel que leyó la novela gráfica de Kirkman.Finalmente, las actuaciones son realmente buenas y convincentes (además de la producción, la fotografía, el maquillaje, la música) y por ende este mundo post-apocalíptico, poblado de zombies, resulta verosímil y cautivante. ¡Muy recomendable!



   
  


jueves, 25 de diciembre de 2014

Amores imperfectos

Amores imperfectos (2000) es un libro de cuentos del boliviano Edmundo Paz Soldán (1967). Lo leí a inicios del 2001 o 2002 , en la edición publicada por el diario Expreso y me gustó mucho. Recuerdo que me impactó sobre todo "Dochera", el último relato, que ganó el premio Juan Rulfo de cuento. Además, la temática (la complejidad del amor y la pregunta "¿quién ha decidido que lo persistente tiene más valor que lo fugaz?") me atrapó e incluso recuerdo haber regalado un ejemplar a alguna ex poco antes de terminar. En el 2007, en una Feria del Libro, Edmundo Paz Soldán me autografió mi ejemplar, el cual guardo celosamente en el estante de mi cuarto.

Pues bien, este diciembre he vuelto a releer el ejemplar, ya treintón, y mantengo mi opinión que es un buen libro, aunque, claro, hay picos más altos que otros. "Dochera", por ejemplo, me sigue pareciendo un muy buen cuento, pero ya no me pareció la obra maestra que pensé que era. Sin embargo, en conjunto, el libro me pareció superior, ya que encontré relatos muy interesantes en su estilo y temática: aborda el tema del amor en sus diversas caras o matices. Por ejemplo, en la primera parte, que contiene cuentos breves de una o dos hojas, destacan "Historia sin moraleja", "Ritual del atardecer" (perturbadora), "Imágenes photoshop" (graciosa), "La ciudad de las maquetas" y "El rompecabezas" (ingeniosa). En la segunda parte, de cuentos más extensos y donde los personajes tienen vínculos en común -amigos de la infancia en Cochabamba: Ramiro, Tiburón, Lafforet-, sobresalen "Presentimiento del fin" (de lo mejorcito), "El dolor de tu ausencia", "La invención del marqués", "Amor, a la distancia" (muy interesante), "La escena del crimen" (buen relato, salvo el final) y "Dochera" (tal vez, el mejor). Algunos de estos cuentos tienen la influencia del español Javier Marías (a quien le dedica una historia), ya que aborda el tema del "secreto" en las relaciones de pareja. Finalmente, el estilo de Paz Soldán es el de un lenguaje sencillo en apariencia, pero bien trabajado; que entreteje la historia con las reflexiones del personaje o del narrador.

En conclusión, hay que leer a Edmundo Paz Soldán y su interesante Amores imperfectos.

martes, 9 de diciembre de 2014

Diario de un profesor (9)



Falta un mes para que acabe el ciclo en el instituto donde enseño y me siento cansado no solo físicamente, sino también sicológicamente. Desgasta enseñar. Das tu vida y a veces recibes atención y en otras (la mayoría), indiferencia. El despliegue de energías que se hace en el aula es comparable a la que hace un deportista en la cancha o el artista sobre el escenario. La diferencia radica en que en el caso de estos, la gente va a verlos por admiración o por pasión; en cambio, la mayoría de ocasiones, el profesor es un intruso, un desconocido, un tipejo que tiene que ganarse el respeto de los alumnos, quienes muchas veces son casi obligados a asistir. Ahí surge el conflicto o el reto, como quiera verse la figura. Y ahí radica el dilema y el desgaste del profesor.

viernes, 5 de diciembre de 2014

La guerra del tiempo


Recuerdo haber leído al cubano Alejo Carpentier (1904-1980) en el colegio. Su cuento "Los fugitivos", a pesar de su denso lenguaje, me dejó una huella honda. Luego, en la universidad, leí su relato "Viaje a la semilla" que es la historia de un hombre desde su muerte hasta su nacimiento. Y al igual que la primera vez, con ese lenguaje barroco que caracteriza a Carpentier, me hechizó.

Pues bueno, acabó de leer "La guerra del tiempo" (Alianza Editorial), una recopilación de tres relatos que tienen como eje el tema del tiempo. Y debo indicar que los cuentos "Viaje a la semilla" y "Semejante a la noche" son notables cuentos. Eso sí, no me gustó o no entendí del todo el último cuento: "Camino a Santiago". Pero aún así deslumbra o llama la atención el trabajo de orfebre que tiene Carpentier con las palabras. Utiliza un estilo propio (llamémosle barroco) y logra crear un universo propio. Demuestra que la literatura es fondo, pero sobre todo forma. Y aquí, en los cuentos del cubano, los dos van de la mano como hermanitos. Recomendable.