domingo, 7 de noviembre de 2010

Historia de Mayta


Esta novela de Mario Vargas Llosa, publicada en 1984, es una buena novela, que aunque no llega al nivel de sus grandes obras (“Conversación en la Catedral”, “La guerra del fin del mundo”, “La casa verde”) vale la pena leer. “Historia de Mayta” habla también del Perú y específicamente de la Izquierda y del revolucionario trostkista Alejandro Mayta (quien , junto con un alférez del Ejército y unos cuantos hombres más, hicieron una pequeña revolución en Jauja –Junín- en 1958). Dividida en 10 capítulos, la novela muestra a un narrador que es un escritor que, 25 años después de dicho suceso, busca reconstruir la historia del revolucionario Mayta a través de diversos testimonios, con el fin de escribir una novela. Finalmente, en el último capítulo, aquel tiene una conversación personal con Mayta, que le permite cotejar la realidad con la ficción que ha creado en torno al revolucionario.

La maestría de Vargas Llosa está en lograr identificarnos con Mayta y su revolución. Uno como lector se identifica con ese idealismo, ese afán de querer cambiar el mundo, de querer pasar a la acción; pero, a la vez, nos muestra el fanatismo ideológico que existe en dicho proyecto. No es casual que el presente de la obra se centre en la dura época terrorista que se vivió en el Perú en los años 80 y que el narrador pinta de manera apocalíptica. Asimismo, Vargas Llosa, capítulo a capítulo, nos jala hipnotizados por cada paso de esa revolución de Mayta (cómo conoce al Alférez Vallejos, cómo planean la revolución, el viaje a Jauja, la toma de la cárcel, la comisaría y el asalto de bancos jaujinos, la persecución de la policía, la captura y muerte de algunos revolucionarios, el paso de Mayta por la cárcel y su vida después). Como lectores, capítulo a capítulo, queremos saber, intrigados, aunque ya sabemos desde el principio el fracaso de la revolución de Mayta, cómo sucedió este acontecimiento.

Finalmente, hay que indicar que aquí Vargas Llosa explora, nuevamente, como “En la tía Julia y el Escribidor”, el ínfimo límite entre la realidad y la ficción, e indaga, otra vez, sobre el Perú y su realidad. Hay que indicar, como conclusión, que en ojos del premio Nóbel, el Perú, en esta novela –y también en otras- se ve como un país sin esperanza, lleno de miseria y basura. Al menos, el Perú hasta los años 80.

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