miércoles, 14 de marzo de 2018

Diario de un profesor (56)

Extraído de un fragmento del cuento "Agárrame fuerte, no me sueltes", de la canadiense Alice Munro, premio Nobel de Literatura 2013

"...Más bien parecía un hombre que se tenía en tan buen concepto que podía permitirse ser algo dejado. Tenía un cuerpo robusto y fuerte. Un rostro cuadrado y lozano, cabello blanco ahuecado que le surgía como un adorno vigoroso alrededor de la frente. Estaba encantado de que ella (Hazel) le hubiese tomado por el camarero, como si eso pudiera ser una especie de jugarreta que él le hubiese gastado. En la clase ella le habría tomado por un posible alborotador, no de los ruidosos ni de los tontos, ni de la clase definitivamente despectiva y hastiada, sino de los que se sientan en la parte de atrás de la clase, inteligentes e indolentes, y hacen observaciones de las que no puedes estar totalmente seguro. Subversión mansa, astuta y decidida..., una de las cosas más difíciles de erradicar en una clase. Lo que hay que hacer (Hazel les había dicho esto a los profesores más jóvenes, o a aquellos que tendían a desanimarse más fácilmente que ella), lo que hay que hacer es encontrar alguna manera de desafiar su inteligencia. Convertirla en una herramienta, no en un juguete. La inteligencia de una persona así está infrautilizada". 

miércoles, 7 de marzo de 2018

Orientación vocacional

Hoy visité la biblioteca de mi ex universidad y me topé con este libro por azar. Compuesto de veintinueve pequeños relatos (de 2 a 5 caras) sobre el colegio y los compañeros del narrador, hojeé un par y me enganché con la entretenida lectura. Fue así que "malgasté" toda la mañana en acabar este divertido libro del autor peruano Pierre Castro Sandoval (Trujillo, 1979) titulado Orientación vocacional.

Cada pequeño cuento está acompañado de ilustraciones del mismo escritor. Lo que más llama la atención de estos relatos es el humor que destilan y el uso de lisuras (putamadre, conchatumadre, huevonazo, huevonazazazazaso, pinga, culo, hijodeputa, tetazas, etc.) de un modo literario. Es decir, estas lisuras están bien empleadas y, además de formar parte del estilo del autor, permiten reflejar el lenguaje desenfadado e irreverente de los adolescentes de los 90s.

Este libro es un regreso a la infancia y adolescencia del narrador, quien evoca con irreverencia, humor e incluso, en ocasiones, con nostalgia, a aquellos compañeros y compañeras que compartieron aulas con él. Por supuesto, hay cuentos más logrados que otros, pero haciendo el balance, el saldo es positivo. Uno como lector lee entretenido las anécdotas y mataperradas de estos escolares en la época de los videojuegos (Mario Bros, Double Dragon), el yogurt Milkito, los ticoticos, y no puede dejar de identificarse y pensar -con una sonrisa resignada- que ser adolescente es sinónimo de inmadurez y palomillada.