martes, 27 de diciembre de 2022

Diario de un profesor (80)

El estudiante llega siempre tarde a clase, pese a que la tolerancia es de 15 minutos. Le hago el aviso respectivo, pero salvo excepciones, sigue llegando tarde; así que cumplo con las reglas de la institución y le pongo falta. Transcurre el ciclo y no acude a la primera evaluación escrita, ni siquiera envía un mensaje justificando su falta y solicitando un examen de rezagados. Recién lo hace una semana después y le digo que ya es muy tarde. En el segundo examen sale desaprobado con 07. Le digo que espero que cambie de actitud en la segunda parte del curso, si no va a ser difícil que apruebe el curso. Sin embargo, el muchacho, de unos 18 años, sigue llegando tarde e incluso las más de las veces distrae a sus compañeros hablándoles y riéndose o se pone a ver su celular. Hago mi último intento y converso con él, le hago una metáfora con un deporte que él practica, le digo que todo es perseverancia y que sin esfuerzo no hay resultados. Él me promete que, en adelante, no va a faltar a ninguna clase y va a poner todo de sí. Pero su intención resulta flor de un día y a la semana todo sigue igual. Las últimas semanas del ciclo ya no asiste y ni siquiera se presenta al último examen escrito. A los días, recibo una justificación de su parte pidiéndome dar su rezagado. Termino aceptando, aunque me queda claro que no va a poder aprobar el curso. Sin embargo, tampoco se presenta al rezagado. 

Ya no hay nada que hacer. El muchacho tuvo varias oportunidades para enmendar el rumbo, pero no las aprovechó. Así como yo cuando era joven, el estudiante tendrá que madurar con los golpes de la vida, tendrá que percatarse que tiene que hacerse cargo de sus actos, que sin trabajo duro no hay frutos. Y así como yo a su edad, el joven tendrá que madurar hasta convertirse en un hombre maduro y responsable. Es la ley de la vida.  





viernes, 23 de diciembre de 2022

Diario de un profesor (79)

Llegan las vacaciones para los docentes. Es momento de descansar, de reponer energías para marzo, cuando los estudiantes regresen a las aulas escolares o universitarias. Muchos que desconocen la docencia, piensan que los docentes "se la llevan fácil", pero no es cierto; esos 9 meses (en escuelas) u 8 meses (en universidades), por la demanda de tensión y esfuerzo, equivale posiblemente a los doce meses de trabajo al año. Pero aun así, incluso si aquella idea errónea fuera verdadera, no es cierto que los profesores descansamos, ya que luego de pasadas las fiestas de fin de año, empiezan las coordinaciones, las capacitaciones, los cursos vacacionales, la preparación de nuevo material y, de manera particular, el tiempo para potenciarse como maestro; es decir, tener tiempo para leer y cultivarse en la materia que enseña, tiempo para investigar y profundizar en su área. Además, es tiempo para descansar y mantener la salud mental, ya que nadie nos paga un psicólogo. Finalmente, es tiempo para vivir y reflexionar sobre qué estamos haciendo bien y qué estamos haciendo mal en nuestro quehacer docente. 

 

jueves, 15 de diciembre de 2022

Diario de un profesor (78)

Un alumno utiliza un estudiante sustituto para dar su examen. Cuando veo a este estudiante, no recuerdo haberlo visto pero no digo nada ya que no estoy seguro (aún entonces usaban mascarilla). Cuando corrijo el examen (con buena nota), mis dudas se acrecientan. A la semana veo al alumno y confirmo que no es aquel que vi el día del examen. Para estar más seguro, realizo un interrogatorio, pero el estudiante lo niega. Le hago dar una parte del examen nuevamente y confirmo que la letra no es la misma y que el verdadero estudiante no domina el tema del examen. Le digo que voy a ver su caso con mi coordinador. Finalmente, le escribo un correo al estudiante diciéndole que he decidido derivar su caso al Comité de Disciplina. A las horas, el estudiante me contesta el correo reconociendo su falta y pidiéndome disculpas. Dice que fue error tonto y que nunca más lo volverá hacer. Le indico que reconozca su error ante el Comité de Disciplina y ruegue que no sean tan severos con él y el amigo implicado. Le coloco cero en ese examen. A la semana, el estudiante viene con aquel amigo que se hizo pasar por él y me vuelve a pedir disculpas. Le digo que aprenda de sus error y no lo vuelva a cometer, ya que es una falta grave (recuerdo que a mí, en cuarto de media, me anularon dos exámenes, ya que me encontraron plagiando. Y gracias a esto, aprendí la lección).

Transcurre el ciclo y veo el alumno empeñándose por aprobar el curso. Le cuesta redactar, pero va mejorando poco a poco. En el último examen aprueba con 12 y en el trabajo y la exposición saca notas decentes. El Comité de Disciplina no se vuelve a comunicar conmigo, así que infiero que el estudiante no ha sido excluido del curso. Finalmente, saco promedios, y pese a ese cero en esa nota inicial, el estudiante aprueba con 11, sin ningún favorecimiento de mi parte. Son anécdotas de la docencia que tanto alumno como docente recordaremos. 

domingo, 11 de diciembre de 2022

Paula

 

Publicada en 1994, Paula es una novela de la escritora chilena Isabel Allende, quien se hizo famosa por su libro La casa de los espíritus en la década de los 80s. En Paula, uno de sus libros más intimistas, la novelista -quien era sobrina del expresidente Salvador Allende- cuenta la muerte de su hija Paula, quien a los 28 años, producto de una rara enfermedad llamada porfiria, pasa a estar en estado de coma. A partir de este trágico suceso, la escritora chilena le escribe una suerte de carta larga a su hija para que la lea cuando se recupere. Sin embargo, ella nunca mejorará. 

A partir de esto, Isabel Allende cuenta con detalle la vida de su hija durante un año en medio de hospitales, médicos, terapeutas, enfermeras, tanques de oxígeno, tubos con sueros, esperando -en vano- una luz al fondo del túnel. Poco a poco, la escritora comprende que su hija -que acababa de casarse y era una brillante profesional- no va a durar mucho y, pese a que podría estar en estado vegetal por años, sabe que lo mejor es dejar que parta a una mejor vida y deje de sufrir. 

Paralelamente a esta historia, Allende nos cuenta su vida personal, su infancia, su adolescencia, la relación con su madre y padrastro, sus enamoramientos, la vida con su primer esposo y sus dos hijos: la mayor Paula. Cuenta también el golpe de estado de Pinochet, la caída de Allende, la cruel represión contra los comunistas, el exilio en Venezuela durante 13 años (entonces país próspero al que se iba en busca de oportunidades) , el resquebrajamiento de su matrimonio,  sus aventuras amorosas, la separación con su esposo, la llegada de un nuevo amor, el fin de la dictadura militar, el plebiscito y el inicio de la democracia. La novela -escrita en una prosa bella y fluida como un río caudaloso- culmina con la despedida simbólica de la familia a Paula y su fallecimiento.

Pese al final algo cursi o excesivamente romántico, el libro es más que bueno y muy recomendable.






miércoles, 26 de octubre de 2022

Libros de autores chilenos

 


En estos dos meses, en medio de la vorágine del dictado de clases en pleno ciclo, he podido -en mis tiempos libres y en el trayecto de bus de vuelta a mi casa luego del trabajo- terminar de leer estos dos bonitas novelas de escritores chilenos: Tinta roja, de Alberto Fuguet. Publicada en 1996, cuenta la historia de un editor que relata su experiencia de practicante en la sección Policial de un diario popular de la capital. De la mano de un recio y campechano jefe, Faúndez, empezará a conocer un mundo sórdido que antes desconocía y dejará de ser un jovencito inmaduro que vivía en su burbuja de clase media.


Por otro lado, Nosotras que nos queremos tanto (1991), de la escritora Marcela Serrano, retrata la historia de 4 amigas en sus cuarentas que, pasan un fin de semana en una cabaña frente a un lago, y rememoran sus vidas desde el momento en que se conocieron 20 años atrás. Luego, vamos descubriendo la vida de estas mujeres, desde la infancia, teniendo como telón de fondo el gobierno socialista de Allende, el golpe de Estado de Pinochet y la llegada de la democracia a fines de los 80s. Pese a la diferencia de personalidades, estas mujeres destacan por sus empoderamiento y -con sus dudas, temores y fracasos- sus deseos de vivir a plenitud. Además, la prosa es ágil y elegante. 





  

domingo, 21 de agosto de 2022

Voces de Chernóbil

 

Voces de Chernóbil es un hermoso libro de la escritora bielorrusa Svetlana Alexievich (1948), quien ganó el premio Nobel de Literatura el 2015. Fue la primera autora que recibió el premio por cultivar el género de la crónica, ese género literario que nació en los periódicos y perdura hasta el día de hoy. 

Como el título lo indica, en este libro Svetlana Alexievich desarrolla la tragedia ocurrida en 1986 con la explosión de uno de los reactores de la central nuclear de Chernóbil, en la antigua URSS, en la frontera  con la actual Bielorrusia. Este hecho trágico marcó a la antigua Rusia y contribuyó con el fin del comunismo. Con el objetivo de abordar este complejo suceso que provocó la muerte de cientos de miles de personas -producto de la radiación- la autora decide dar voz a múltiples protagonistas del hecho. Es así que, a través de las páginas del libro, Alexievitch nos permite adentrarnos en los pensamientos de autoridades, soldados, familiares de víctimas, científicos, niños, maestros, liquidadores, psicólogos, políticos, periodistas, profesores universitarios, historiadores, residentes de la zona, etc. De esta manera, sin llegar a una verdad que explique de manera clara qué fue lo que desencadenó esta tragedia, descubrimos la riqueza de matices y puntos de vista encontrados en torno a este funesto suceso. 

Finalmente, este libro no solo es un valioso testimonio y denuncia de lo ocurrido en Chernóbil, sino también -además de la buena prosa- un excelente retrato de lo que fue la antigua sociedad rusa regida por un comunismo que unía al pueblo en pos de un utópico ideal que exacerbaba el amor y sacrificio por su patria, pero que los privaba de la libertad y el espíritu crítico. Muy recomendable
 


martes, 16 de agosto de 2022

Diario de un profesor (77)

Al final del ciclo universitario, salen los resultados de la encuesta referencial docente,  es decir, las opiniones de los estudiantes respecto al profesor a cargo del curso. Pues bien, este ciclo me fue bien, aunque no tanto como el ciclo anterior. Sin embargo, en una de mis tres aulas saqué un promedio no tan bueno como lo esperaba. Es cierto, fue mi aula más complicada, la que más me costó, pero quizá esperaba un resultado un poco mejor. En todo caso, me sirve para mantener la humildad y seguir esforzándome por ser un mejor docente, ya que hay mucho aún por mejorar: en dominio del tema, en manejo de la motivación y disciplina, en planear clases que sean dinámicas e interesantes, etc. Precisamente, revisando algunos de los comentarios anónimos de los estudiantes, me topé con dos que me llamaron la atención. El primero, acerca de que el docente (yo) retroalimenta los ejercicios y trabajos, pero a la hora de calificar -pese a que el alumno realiza las correcciones sugeridas- corrige con mayor severidad. Esto me lleva a pensar que debo ser más claro con mi sistema de evaluación (mi rúbrica), ya que el alumno debe saber por qué se le califica de determinada manera y que su nota es justa. El segundo comentario trataba de que el docente (yo) busca que los alumnos estén atentos en clase, pero debe entender que ellos también "vienen con problemas de casa" y debe ser comprensivo.... Eso es cierto, yo busco que los alumnos no se distraigan, sin embargo, no debo olvidar que yo también era un adolescente que no se podía concentrar y que, a esa edad difícil, los problemas -por más grandes o pequeños que sean- se les hace una bola de nieve difícil de manejar. Por tanto, sin perder mi intención de atrapar el interés, debo ser más empático y cercano con los jóvenes. 

¡Ojalá sea un buen ciclo el próximo!

domingo, 7 de agosto de 2022

Diario de un profesor (76)

Hace dos semanas acabé un ciclo más en la universidad donde trabajo. No me fue mal en las encuestas de los alumnos, pero aún hay muchos aspectos por mejorar. Me ocurrieron una serie de anécdotas que lamentablemente casi he olvidado. Recuerdo, eso sí, a una alumna que soltó una lágrima delante mío al ver que había desaprobado la primera evaluación. Luego, al final del ciclo, con mucho esfuerzo, pudo aprobar, y me dio un abrazo de felicitación, el cual agradecí. Recuerdo también otra estudiante que, al ver su nota de la segunda evaluación, me increpó si tenía algo personal con ella, pues solo le había colocado 14. Le expliqué que no tenía nada personal contra ella y que yo solo corregía. Al final, gracias a su perseverancia, sacó muy buenas notas en sus evaluaciones finales y se convirtió en una de mis mejores alumnas, pese a ser algo habladora en clase. 

Otro aspecto que recordaré este ciclo es que -sin querer- me aprendí el nombre del 90% de los alumnos. No sé cómo hice, pero fue algo no premeditado y solo buscaba captar la atención de aquellos y crear un vínculo. Por otro lado, un aspecto a mejorar es no volverme un amargado solo por querer mantener la disciplina. En una ocasión, vi la grabación de una de las clases, y me vi con rostro agrio vociferando órdenes. No me gustó esa imagen mía y espero cambiar. Finalmente, el próximo ciclo que se avecina espero sea bueno como este. Por tanto, debo seguir aprendiendo con humildad, ya que la carrera del docente no es una prueba de velocidad, sino de resistencia. 


Demasiada felicidad

 

Luego de buen tiempo vuelvo a escribir en este blog, debido a que el trabajo me ha tenido bastante atareado. Pese a eso, en estos meses he leído algunos libros, como Huaco retrato, de la cronista peruana Gabriela Wiener; Roger Federer, la biografía definitiva, de Renné Stauffer; los libros de relatos La isla, de Carlos Yushimito y Contemplación del abismo, de Richard Parra, ambos autores peruanos; y el libro de relatos Demasiada felicidad, de la premio nobel canadiense Alice Munro.

De todos estos títulos, el que más me gustó fue Demasiada felicidad, de Alice Munro. Está compuesto de 10 relatos que tienen un vínculo, el cual es precisamente que sus protagonistas están en las antípodas de gozar de esa felicidad o paz anhelada, pues son personajes conflictuados que tienen que saldar cuentas con su pasado. Cada cuento de Munro podría ser una pequeña novela, ya que encierra infinitas vetas para ir profundizando más; sin embargo, ese no contar todo, ese mostrar solo la punta del iceberg de las historias, ese desenlace abierto, enriquece sus relatos. Cuentos inolvidables son "Dimensiones", que muestra a una mujer atormentada que comienza a visitar a la cárcel a su exesposo, quien mató a sus dos hijos.  Otros relatos valiosos son "Pozos profundos", "Radicales libres", "Cara", "Juegos de niños" y "Madera". En varios de ellos, los personajes lidian con un pasado que los atormenta o con el que tienen que saldar cuentas. Por eso, el narrador, muchas veces omnisciente, cuenta escenas en los que se muestra a sus protagonistas en su vida adulta, pero también de niños o jóvenes. Finalmente, el último cuento "Demasiada felicidad", que da pie al título del libro, es el más ambicioso, pero en mi opinión el menos sólido. Cuenta la última etapa en la vida de la matemática Sofía Kovalevski; sin embargo, al querer abarcar diversos periodos de su vida, como una suerte de biografía, y retratar sus amores tóxicos y su amor por la ciencia, la historia pierde peso y se diluye en el camino. Es decir, se pierde la fuerza dramática.

Pese a lo anterior, Demasiada felicidad es un muy buen libro de cuentos y muestra que la canadiense Alice Munro, premio Nobel de Literatura 2013, es una de las mejores exponentes del relato contemporáneo. Además, su prosa -al menos por la traducción- goza de una pulcritud, belleza y simplicidad que muchos autores deberían imitar.  


 


 





martes, 22 de marzo de 2022

Recuerdos (1)

A fines de los 90s, cuando estaba en la universidad y era un mediocre alumno, recuerdo que además de devorar infinidad de cuentos y novelas, me gustaba sintonizar, en las mañanas, un programa de Radio San Borja que conducían Guillermo Giacosa y Carlos Bejarano. Me encantaba escucharlos y recuerdo que a veces pasaban canciones que nunca he olvidado, como "Cantares" y "Fiesta" de Joan Manuel Serrat o "The whiter shade of pale" de Procol Harum (la misma canción que aparecía en uno de los cortos de Martin Scorsese en "Historias de Nueva York", ese donde Nick Nolte hace de un pintor excéntrico). Pues bien, hoy me enteré que tengo de colega a Carlitos Bejarano y, de inmediato, se me vino a la mente aquella época y el "Cantares" de Serrat.



lunes, 21 de marzo de 2022

Los días de Nadja y Godfrey

 

Los días de Nadja y Godfrey es una novela publicada el 2021 por el escritor apurimeño-cuzqueño Jean Paul Quino Bengolea, quien antes escribió una saga de novelas con el seudónimo de Jean Paul S. Grayson. Influenciado por la literatura romántica alemana, en esta última entrega, el autor nacido en Curahuasi (Apurímac) nos relata la historia de amor que va surgiendo entre Godfrey (un joven romántico y melancólico que no tiene suerte en el amor) y Nadja (una jovencita resuelta y dispuesta a disfrutar la vida, pese a haber sufrido una decepción amorosa). 

La novela de Quino Bengolea narra con buena prosa -aunque a veces cayendo en frases o lugares comunes- la amistad que va surgiendo entre aquellos protagonistas, las ocurrentes aventuras que van viviendo, el cambio en la personalidad lúgubre de Godfrey y, finalmente, el surgimiento del amor entre ambos. El punto positivo de este libro es que es de ágil lectura, entretenido, lleno de ideas, reflexiones y frases (por ejemplo, reflexiona el narrador sobre el reguetón, la Navidad, el amor, el coaching, la corriente del romanticismo, etc.). Sin embargo, al ser una historia de amor, peca, en varios pasajes, de cursi o los clichés típicos del género romántico. El final es una prueba palpable de lo mismo, pese a que el autor trata de ser ocurrente. 

En suma, pese a los aciertos de la novela, e incluso cuando se trate del género romántico, siento que el autor Jean Paul Quino Bengolea debe cuajar aún más su propuesta, ya que corre el riesgo de caer en la cursilería. 

   



Pastoral americana

Siempre me habían recomendado los libros del estadounidense Philip Roth (1933-2018), fallecido no hace mucho, y de todas decidí comenzar por Pastoral americana (1997), que intuí, por el título, era un gran mosaico de Estados Unidos. Luego de leer la novela, debo reconocer que me pareció un muy buen libro. 

La historia gira en torno al sueco Levov, un ciudadano estadounidense de New Jersey comprometido con su país, dueño de una empresa de cuero, que de joven, en el colegio. fue un exitoso y dotado deportista. La historia es narrada por un escritor -alter ego de Roth- quien conoció y admiró a Levov en el colegio, y se entera, en una reunión de rencuentro, que el legendario Levov ha fallecido y que la hija de este había sido una terrorista que colocó una bomba . Esto lleva al narrador a investigar y fabular una historia que explique cómo la vida del ejemplar Levov, de un día a otro, se cae a pedazos y es presa de una hija adolescente que lo lleva hasta la locura. Asimismo, esta novela es un excelente retrato de la sociedad estadounidense, ya que cuenta cómo el abuelo de Levov (inmigrante) y su padre se hicieron un futuro en la entonces incipiente ciudad de Newark, una comunidad donde habitaban varias familias judías. Además, relata los cambios del país con los años y la convulsión y disturbios originados por la guerra de Vietnam.

Mis criticas a la novela de más de 500 páginas serían -al menos por la traducción- que no se aprecia una gran prosa del autor y, a veces, hay pasajes que resultan redundantes en torno al conflicto que vive el sueco Levov respecto a su hija, familia y principios. Fuera de eso, es una muy buena novela que deja su huella en el lector que se adentra en sus páginas. 



lunes, 24 de enero de 2022

El último cuerpo de Ursula

 

El último cuerpo de Úrsula es una novela de la fallecida escritora peruana Patricia De Souza (1964-2019) que fue publicada en el año 2000. Aquí la autora plantea una novela experimental o de estructura no clásica en la que no cuenta una historia, sino que a partir de una anécdota o situación (la protagonista sufre una lesión en la columna que la deja mutilada), la narradora reflexiona o rememora sobre su pasado, presente y futuro. Es decir, se trata de una breve novela fragmentaria, llena de recuerdos, digresiones, reflexiones, anécdotas sobre su vida, la muerte, el cuerpo, el lenguaje, su país, la gente, el amor, el deseo, la pasión, su familia, sus padres, amantes, parejas, amigas, etc. 

Con el transcurrir de la historia, uno se percata que la anécdota inicial (la lesión en la columna) cobra cada vez menor importancia y resulta solo una excusa para reflexionar sobre la vida de la protagonista y el mundo que la rodea. Incluso, se sugiere que está lesión no es física, sino también y, sobre todo, psicológica. Y esto la lleva a privarse del deseo, del placer del cuerpo, que fue su lei motiv antes de aquella lesión. Precisamente, una de la premisas fundamentales de esta novela es que "el final empieza por la ausencia de placer".

Sobre la novela, debo destacar la elegante prosa de la autora y sus agudas reflexiones sobre diversos temas del ser humano. Sin embargo, en mi opinión, no funciona esta estructura fragmentaria que plantea De Souza, pues carece de una historia sólida. En otras palabras, no hay novela sin historia, y aquí se palpa esto. Asimismo, el desenlace deja varios cabos sueltos (¿por qué van a enjuiciar a la protagonista? ¿qué la llevó a que el tal Orlando le corte los pezones?). Y no es que me escandalice el final, sino que, al no estar bien contado el relato, el final se vuelve sorpresivo (eso no está mal), pero en el sentido de desconcertante, ilógico o poco verosímil.  





 


Tokio blues. Norwegian Wood

Tokio blues es una novela del japonés Haruki Murakami de 1987 que es considerada una de sus obras con mayor acogida y reconocimiento . Cuenta la historia de un joven Toru Watanabe que ve su vida cambiar cuando se suicida su único y mejor amigo. Sin buscarlo, luego de un año, se ve envuelto en una relación amorosa con quien fue la enamorada de su gran amigo; pero esto se modifica cuando ella, Naoko, se aleja de su vida al parecer sin motivo. Es ahí cuando Toru Watanabe, ya en la universidad, y luego de varias aventuras nocturnas con chicas, conoce a otra joven, Midori, quien se presenta como una luz de esperanza. Sin embargo, las cosas se complican, porque, sin esperarlo y de pronto, recibe una carta de Naoko. 

Hay que indicar que Murakami goza -al menos por la traducción- de una excelente prosa y su modo de narrar resulta envolvente. Me pasó que hasta la mitad de la novela me encantó la historia de Toru Watanabe, pero en el último tramo me pareció redundante y desgastante el tema del sexo en torno a las aventuras del protagonista. Sentí como que esa fórmula funcionaba, pero de tan manida comenzaba a volverse previsible. Entonces, esas escenas sexuales-eróticas del protagonista perdían eficacia en el lector. Un ejemplo es esa escena en la que Toru se acuesta con la amiga de Naoko (Reiko), pese a que Naoko acababa de fallecer. 

En suma, Tokio blues es una novela que provoca adicción en el lector, que goza de una buena prosa, y que cuenta una historia bien narrada, y que, sin embargo, recurre a fórmulas (escenas de sexo) que terminan resultado previsibles y merman el resultado final. Pese a esto, es un libro muy recomendable. 





martes, 18 de enero de 2022

El delfín

Considerado un best seller, el libro El delfín del escritor peruano Sergio Bambarén (1960) me pareció una obra sobrestimada por el público. Es decir, su gran número de ventas no va de la mano necesariamente con la calidad. Pero, a su vez, luego de leerlo, también se explica por qué ha alcanzado éxito comercial. El valor de El delfín radica en que cuenta, a través de la historia de este animal marino que busca surfear la ola perfecta, la historia de cualquier ser humano adulto que se deja llevar por la rutina y renuncia a sus sueños de niño o adolescente. Precisamente, en este pequeño libro, Sergio Bambarén (1960), con una prosa que muchas veces cae en el lugar común, y reitera machaconamente frases aleccionadoras, logra -valga la contradicción- que el lector se percate o reflexione sobre la importancia de luchar por sus sueños y escuchar a su corazón. Por tanto, si algún mérito tiene este libro, es que uno termina de leerlo y tiene claro que no debe renunciar a sus sueños, pues de esto depende nuestra felicidad. Simple, pero efectivo. Y Bambarén transmite bien este objetivo.   



Sobre héroes y tumbas

Por cuestiones de trabajo y temas familiares, dejé abandonado este blog varios meses (y no creo que a nadie le importe mucho). Sin embargo, retomo este blog, ya que es una forma de retomar la escritura y la disciplina que he perdido. Aquí enumero dos libros que he leído en noviembre y diciembre del 2021 y doy una breve reseña o comentario al respecto:

1) Confesiones de un inquisidor. Memorias de César Hildebrandt

Este es un libro de memorias del periodista peruano César Hildebrandt (1948), a partir de una larga entrevista que le hace la periodista Rebeca Diz, quien también es su pareja. Cabe indicar que el libro es interesante sobre todo por las agudas reflexiones del protagonista sobre su país, el mundo, el periodismo, la literatura, etc, Hildebrandt es un hombre muy culto, autodidacta, que posee una amplia visión del país de los últimos cuarenta años (una visión desencantada y escéptica). Destaca sobre todo su historia como periodista de prensa y televisión y su trato directo con los políticos e intelectuales peruanos de la época.

2) Sobre héroes y tumbas (Ernesto Sábato)

Considerada una de las mejores novelas argentinas del siglo XX, Sobre héroes y tumbas no me pareció una obra maestra, pese a ser ambiciosa y contar con buenos momentos. Coincido con la dedicatoria o prólogo del autor, cuando Sábato reconoce que su libro está lleno de imperfecciones. Yo también noté lo mismo mientras leía la novela. Lo mejor del libro es, en mi opinión, los dos primeros capítulos, sobre todo "El dragón y la princesa" en el que se aborda está relación tóxica y existencialista entre los jóvenes Alejandra y Martín. Sin duda, ese capítulo promete un gran libro. Sin embargo, la trama se va diluyendo con la poco cuajada historia de la familia de Alejandra (los Vidal Olmos), que atraviesa a varias generaciones y busca ser un mosaico de la historia argentina, pero sin lograrlo, en mi humilde opinión.