jueves, 15 de diciembre de 2022

Diario de un profesor (78)

Un alumno utiliza un estudiante sustituto para dar su examen. Cuando veo a este estudiante, no recuerdo haberlo visto pero no digo nada ya que no estoy seguro (aún entonces usaban mascarilla). Cuando corrijo el examen (con buena nota), mis dudas se acrecientan. A la semana veo al alumno y confirmo que no es aquel que vi el día del examen. Para estar más seguro, realizo un interrogatorio, pero el estudiante lo niega. Le hago dar una parte del examen nuevamente y confirmo que la letra no es la misma y que el verdadero estudiante no domina el tema del examen. Le digo que voy a ver su caso con mi coordinador. Finalmente, le escribo un correo al estudiante diciéndole que he decidido derivar su caso al Comité de Disciplina. A las horas, el estudiante me contesta el correo reconociendo su falta y pidiéndome disculpas. Dice que fue error tonto y que nunca más lo volverá hacer. Le indico que reconozca su error ante el Comité de Disciplina y ruegue que no sean tan severos con él y el amigo implicado. Le coloco cero en ese examen. A la semana, el estudiante viene con aquel amigo que se hizo pasar por él y me vuelve a pedir disculpas. Le digo que aprenda de sus error y no lo vuelva a cometer, ya que es una falta grave (recuerdo que a mí, en cuarto de media, me anularon dos exámenes, ya que me encontraron plagiando. Y gracias a esto, aprendí la lección).

Transcurre el ciclo y veo el alumno empeñándose por aprobar el curso. Le cuesta redactar, pero va mejorando poco a poco. En el último examen aprueba con 12 y en el trabajo y la exposición saca notas decentes. El Comité de Disciplina no se vuelve a comunicar conmigo, así que infiero que el estudiante no ha sido excluido del curso. Finalmente, saco promedios, y pese a ese cero en esa nota inicial, el estudiante aprueba con 11, sin ningún favorecimiento de mi parte. Son anécdotas de la docencia que tanto alumno como docente recordaremos. 

2 comentarios:

C. de DiarioTec dijo...

Hola, he leído atentamente el caso, es un caso de éxito y de lograr enmendar los errores. A lo mejor este trago amargo se volvió la lección que necesitaba para que comience a estudiar.

Constancia, es algo que falta en estas épocas.

Gracias por compartirlo.

Jorge Rodriguez Gil dijo...

Gracias por comentar. Saludos