domingo, 7 de agosto de 2022

Diario de un profesor (76)

Hace dos semanas acabé un ciclo más en la universidad donde trabajo. No me fue mal en las encuestas de los alumnos, pero aún hay muchos aspectos por mejorar. Me ocurrieron una serie de anécdotas que lamentablemente casi he olvidado. Recuerdo, eso sí, a una alumna que soltó una lágrima delante mío al ver que había desaprobado la primera evaluación. Luego, al final del ciclo, con mucho esfuerzo, pudo aprobar, y me dio un abrazo de felicitación, el cual agradecí. Recuerdo también otra estudiante que, al ver su nota de la segunda evaluación, me increpó si tenía algo personal con ella, pues solo le había colocado 14. Le expliqué que no tenía nada personal contra ella y que yo solo corregía. Al final, gracias a su perseverancia, sacó muy buenas notas en sus evaluaciones finales y se convirtió en una de mis mejores alumnas, pese a ser algo habladora en clase. 

Otro aspecto que recordaré este ciclo es que -sin querer- me aprendí el nombre del 90% de los alumnos. No sé cómo hice, pero fue algo no premeditado y solo buscaba captar la atención de aquellos y crear un vínculo. Por otro lado, un aspecto a mejorar es no volverme un amargado solo por querer mantener la disciplina. En una ocasión, vi la grabación de una de las clases, y me vi con rostro agrio vociferando órdenes. No me gustó esa imagen mía y espero cambiar. Finalmente, el próximo ciclo que se avecina espero sea bueno como este. Por tanto, debo seguir aprendiendo con humildad, ya que la carrera del docente no es una prueba de velocidad, sino de resistencia. 


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