domingo, 13 de abril de 2014

Los siete locos


El escritor argentino Roberto Arlt (1900-1946) escribió su novela “Los siete locos” en 1929 –su segunda novela de las cuatro que escribió–. De mi viaje por Buenos Aires, inducido por la recomendación del maestro Reynaldo D´Amore que hablaba muy bien de Arlt, compré esta novela que un librero de El Ateneo me recomendó. Sin duda, luego de leer la novela, puedo señalar que Arlt tiene un estilo particular y la trama de su novela simula una mezcla de novela psicológica (a lo Dostoievski) y policial. El argumento gira en torno al sombrío y angustiado Remo Erdosain, un mediocre cobrador que ha estafado a la empresa en la cual trabaja. Y que al ser delatado, y descubrir que su mujer lo abandonó, decide matar al delator. Asimismo, junto con un personaje enigmático conocido como el Astrólogo deciden formar una organización secreta que piensa transformar el mundo.

La novela escrita con muy buena prosa, llama la atención hasta la mitad por ese mundo conflictuado en el que vive Endorsain. Es decir, seguimos la trama cautivados por la psicología del personaje y por saber si Erdosain, que ha sido atrapado en su delito y le han dado un plazo para reponer el dinero, va a ir a parar a la cárcel o no. Por si fuera poco, la prosa de Arlt es envolvente y la galería de personajes que muestra causan asombro, extrañeza. Sin embargo, luego de que Erdosain obtiene un préstamo involuntario del Rufián Melancólico, un proxeneta, y se libra de la cárcel, la trama comienza a decaer en interés. El argumento se encausa a la formación, junto con el Astrólogo, de una extraña sociedad secreta que busca conquistar el mundo y que tiene como primer objetivo matar a Barsut, quien delató a Erdosain. Es entonces que la historia se torna excesiva, algo incoherente, absurda, la trama se paraliza, no avanza  y se detiene en describir los sueños, angustias y planes de Erdosain y el Astrólogo, antes de matar a Barsut. Solo al final, sabemos del desenlace ya previsible de Barsut y la buena prosa de Arlt no basta, a mi modesto entender, para sostener la novela hasta el final. A pesar de todo, hay cosas destacables en la novela: la originalidad de Arlt –su estilo y sensibilidad peculiar –, su capacidad para crear atmósferas internas y externas y, como ya dije, su buena prosa. Todo eso explica, como señala el escritor Ricardo Piglia, que se le considere a Arlt como aquel que inauguró la novela moderna argentina.

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