domingo, 13 de julio de 2014

Mundial de fútbol Brasil 2014

Recuerdo la frase de Albert Camus de que “el fútbol es como la vida”. Lo comprobé o lo verifiqué con certeza luego de ver el Mundial del Brasil 2014, en el cual Alemania se llevó la copa derrotando al equipo argentino (1 a 0). Y sí, el fútbol es como la vida porque en un partido se ve lo mejor y lo peor del ser humano, se ven escenas conmovedoras, de juego limpio, de hermandad, de valentía, de trabajo en equipo, de ganas de dejar lo mejor de uno mismo; pero también se ven faltas certeras y de mala entraña, partidos para el olvido y la sensación de que se trata de un deporte primitivo carente de mística.
   Pero luego de ver el mundial, y ver cómo cayeron selecciones favoritas como España o Brasil, se entiende que es como la vida. Porque incluso los grandes caen, tienen días pésimos en que la derrota los envuelve, pero eso sirve, finalmente, para reflexionar, levantarse y seguir adelante. Brasil, luego de este par de calamitosas derrotas, sabrá, estoy seguro, recuperar la humildad y trabajar en silencio para recuperar el sitial que ostentan: ser la potencia mundial en fútbol.
   Alemania, por su parte demostró, regularidad en su fútbol, en su sistema, en una apuesta por un trabajo a largo plazo que dio frutos en este mundial. En Sudáfrica 2010, quedaron terceros, con un equipo de jovencitos, y ya se perfilaba como favorita para este mundial. Argentina, por su parte, mejoró de manera notable y si no ganó el Mundial fue por suerte o porque su máxima figura, Lionel Messi, no estuvo en su mejor noche. La vida le sabrá dar una revancha.
   Esto también se traslada a equipos como Costa Rica que dio la sorpresa quedando primero en su grupo derrotando a grandes selecciones como Italia y Uruguay. Esto fue un ejemplo de que trabajando serio y con un trabajo de mentalidad se puede llegar lejos.  
   Lo mismo ocurre con los jugadores. Hubo grandes jugadores que tuvieron opacas actuaciones, es el caso de Cristiano Ronaldo. Messi tuvo una regular participación, aunque fue figura indiscutible en la primera parte del torneo. El holandés Robben demostró ser un gran jugador y estoy seguro pasó a la historia del fútbol y quedó en la memoria de muchos niños que vieron por primera vez un mundial. Con qué gusto jugaba el condenado pelado. Parecía un chiquillo de colegio que sale al recreo dispuesto a divertirse con la pelota. Parecía como quisiera pasar a la historia y dejar la última gota.
  En suma, muchas postales para el recuerdo nos dejó este mundial, incluido la mordida que le propinó el uruguayo Luisito Suárez al defensa italiano, pero sobre todo nos hizo o me hizo entender a cabalidad esa sentencia del escritor y filósofo francés Albert Camus: “La vida es como el fútbol”. Sin lugar a dudas.

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