martes, 26 de septiembre de 2017

Diario de un profesor (51)

"Corrijo montañas de pruebas y trabajos. Recurro a mis viejos trucos: ir a un café (o a varios) y pedir cosas estimulantes para no sentir que es un trabajo duro y mecanizado; ordenar los textos por los que tienen letra más bonita o más legible, o los que escriben menos, para así darme la sensación de que avanzo más rápido. Uno empieza con mucha lentitud, luego adquiere un impulso asombroso y, al final, desfallece y se pone a contar las pruebas como si fuesen moneditas de oro para pagar una fianza y ser libre. Entonces me pongo a pensar en historias como la de aquel profesor de letras que, se dice, utilizaba el método de la cama: se paraba en una silla de su cuarto, arrojaba todos los exámenes desde lo alto y los que caían dentro de la cama aprobaban. Pienso también en el profesor de ciencias que, se dice también, perfeccionó el método: arrojaba los exámenes sobre la escalera de su casa. La posición de las gradas le daba la nota exacta".

*Extraído del facebook del escritor peruano Marco García Falcón.

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