lunes, 13 de diciembre de 2010

El fantasma de Canterville


Antes de leer “El fantasma de Canterville” de Oscar Wilde, era fan de la hermosa canción de Sui Generis que lleva el mismo título. Ahora que acabo de leer el relato del escritor inglés, me declaro fan de ambos: Oscar Wilde también es un maestro, un capo. El relato es sencillo y divertidísimo. La anécdota es la siguiente: una familia norteamericana llega a Inglaterra y compra una mansión llamada “Canterville Chase”, que perteneció a la familia Canterville y donde habita, según los antiguos inquilinos, el fantasma de Canterville (quien mató a su esposa hace más de tres siglos y que desapareció misteriosamente). A pesar de esto, la familia americana decide comprar la mansión, pues no cree en historias de desaparecidos y menos en fantasmas. Lo gracioso de la historia es cuando el patriarca de la familia Otis se topa con el fantasma; y en vez de asustarse, le ofrece al fantasma su aceite lubricante, para que pueda aceitarse las cadenas que lleva en sus pies y manos. Luego, y poco a poco, vamos viendo cómo el desconcertado con esta y otras situaciones, es el mismo fantasma, quien termina siendo objeto de sustos y burlas de la familia Otis. Al final, sin perder su maravilloso humor, la historia da un giro cuando el fantasma, miedoso y triste, entabla amistad con la hija menor de los Otis.

Luego de leer este relato, me doy cuenta que la literatura tiene varios registros y uno de ellos es el fantástico, ese que rompe con la realidad (o lo que entendemos por realidad), y nos hace maravillarnos y divertirnos con lo inverosímil, lo ilógico, pero que dentro del campo de la ficción adquiere coherencia y verdad. Wilde consigue esto con creces.

http://www.youtube.com/watch?v=uIGleQ-MJU8

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