El norteamericano Stanley Kubrick (1928) es considerado uno de los grandes directores
en la historia del cine, por películas como “La naranja mecánica”, “Odisea al
espacio”, “Lolita”, “El resplandor”, etc. La belleza visual y técnica de sus
cintas sobresalen sobre el resto y el genio de Kubrick se respira en cada plano
o escena. En 1999, luego de terminar de grabar “Eyes wide shut”, fallece de un
ataque al corazón. Ya para entonces era un genio del cine que había dejado su
huella a varias generaciones.
Recuerdo que la primera película que vi de Kubrick, sin
saber que era de él, fue “Espartaco” y me encantó. Luego, ya en la universidad
quedé fascinado con la belleza visual y estética de “La naranja mecánica”, sin
embargo no llegué a captar o disfrutar del todo “Odisea al espacio” y “Dr.
Stangelove”, pues sus mensajes me resultaron algo herméticos (a pesar de
reconocer, sin duda, la belleza visual de estas). Después vería con agrado cintas como “Lolita”,
“Eyes wide shut” y “The killing”.
Si tuviera que escoger entre todas aquellas, me quedaría, sin duda, con “The killing” (1956), película que Kubrick grabó con solo 28 años. Esta fue una de sus primeras cintas y en mi humilde opinión es una obra maestra. Es cierto que no tiene la ambición de posteriores películas de Kubrick, pero en su aparente simplicidad hay genio y pulso narrativo. Aquí el estadounidense se luce para adaptar una novela de Lionel White que trata sobre un atraco a un hipódromo. En la hora y veinte minutos que dura la cinta, Kubrick nos cuenta, a través de varios personajes, los preparativos de un exconvicto y su grupo para asaltar un hipódromo y robar la suma de 2 millones de dólares. El tratamiento visual y narrativo de la historia resulta de perillas y vamos involucrándonos en el asalto, como si nosotros espectadores también fuésemos los asaltantes y estuviéramos a punto de realizar el atraco. Además, la música, la iluminación, las sobrias y contundentes actuaciones, los planos, el movimiento de la cámara acompañando a los integrantes de la banda, nos lleva al clímax de la mano, como si fuésemos niños. Y el final, el alucinante final, nos deja boquiabiertos.
Sin duda, The killing (conocida en España como “El atraco
perfecto”) es una obra maestra de Kubrick y resulta, por tanto, de visión
obligatoria para todo aquel que admire a Kubrick y al cine en general.
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