Daniel era mi vecino. Lo conocí cuando era adolescente.
Tenía yo 13 o 14 y el 11 o 12. Nos hicimos amigos casi al finalizar yo el colegio.
Tenía 3 hermanos más. Recuerdo que nuestra amistad maduró entre nosotros luego
de salir del colegio. Íbamos a correr, corrimos varias maratones, salimos a
tonear, me regaló una hermosa perrita siberiana (Misky), me invitó a su santo y
yo a mi graduación de la universidad. Los últimos años nos separamos mucho.
Solo nos veíamos y nos saludábamos, y conversábamos un poco. La última vez que
compartimos fue el primero de enero del año pasado. Fuimos en mi carrito a una
playa de Miraflores. Conversamos un buen rato. De ahí ya casi no hubo tiempo,
salvo rápidas conversaciones al paso. ¿Qué iba a saber lo que le esperaba? ¿Qué
iba a imaginar, la última vez que lo vi, que 2 meses después se iba extrañar su
presencia?
Amigo Daniel, donde estés, siempre tendrás el cariño de tu familia
y de tus amigos. Sé que estas palabras son inútiles para volver a tener tu
presencia. A poder tener la oportunidad de despedirme, de tomarme esa chela que
teníamos pendiente. Sé que es muy tarde, pero al menos quiero despedirme de ti
con estas palabras y decirte que siempre te recordaré. ¡Que serás un impulso,
hermano, en mi vida y que siempre estarás presente! ¡¡¡Un abrazo, Danielito!!!
2 comentarios:
Fuerza, Jorge!
Es difícil aceptar la partida de alguien querido, pero recordar los buenos momentos que compartieron ayuda un poco a superarlo. Un abrazo alentador.
Saludos,
Mary
Gracias, María. ¿Cómo va todo? Un abrazo!
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