Asimismo, pensé en escribir historias (a la usanza de
Iwasaki) divertidas, contadas con humor. No contar historias de amor tristísimas
o llevadas por la venganza. Sin embargo, me parece que mientras escribía –intuyo-
me salió la nostalgia, la melancolía, la tristeza. Es cierto que hay momentos
divertidos, risueños, pero también sé que hay de los otros. No me quejo: es lo
bonito de la escritura, es impredecible, no sabes qué sentirás o qué
transmitirás mientras tratas de plasmar en la pantalla una historia que viviste
en el pasado. Espero, nada más, que haya
corazón en esas historias, que así como me hicieron sentir, hagan sentir, en el
futuro, a un lector.
Mañana comienzo a corregir. Me toparé con esos cuentos que no
he tocado ni visto hace como dos meses. Espero conmoverme, espero que esos
cuentos estén mejor de lo que pensé, espero, aun estén pésimos, tener el valor,
el coraje, la perseverancia de trabajarlos para que cobren vida en alguien que
los lea ya bajo la forma de un libro.
¿Podré al menos escribir un par de historias realmente buenas? Haré mi mejor intento.
¿Podré al menos escribir un par de historias realmente buenas? Haré mi mejor intento.
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