Creo que el proceso de crecimiento de una persona (sobre
todo del hombre) encierra una metáfora de la vida. Hay adolescentes que crecen
antes y otros después. Me explico, hay chicos de 13 años o 14 años que crecen
antes y ya a esa edad parecen casi hombres: con vellos, incipientes barbas,
gruesos, altos. Y otros de la misma edad, que parecen aún niños: pequeñitos,
flaquitos, imberbes. Sin embargo, luego, muchos de esos que crecieron antes se
estancan y a los 15 o 16 comienzan a
dejar de crecer o crecen escasos centímetros. Por el contrario, esos pequeñitos
dan su estirón a los 14 o 15 y llegan,
incluso, a pasar a aquellos que años atrás les llevaban media cabeza o más. Más
aún, hay otros, que crecen después de los 17 o 18 y son casos particulares.
Como también hay otros que son altos toda su vida y llegan a lograr grandes
alturas. Pues bien, todo eso se ve luego en la vida, al crecer –ya no en
centímetros- sino como persona, es decir, a la hora de madurar o hacerse hombre
(en el amplio sentido de la palabra). Me explico: hay gente que entre los 25 y
30 ya son hombres hechos y derechos. Personas maduras, padres de familia, con
mujer e hijos, trabajo de años y con un futuro prometedor. Sin embargo, hay
otros que todavía a esas edades, aún no son hombres, sino jóvenes inmaduros,
solteros, sin responsabilidades, apegados a sus padres. Sin embargo, tal como
en la estatura, hay gente que entre los 30 y 40 comienza a estancarse, a dejar
de crecer como personas, como seres humanos, mientras que aquellos inmaduros (no
todos, por supuesto) comienzan a dar su estirón y convertirse en hombres e
incluso llegan a superar a aquellos que antes “les llevaban media cabeza o más”. Es decir, dan su estirón.
Pero a diferencia de la etapa de adolescencia, donde uno dejaba de crecer
físicamente, aquí el crecimiento dura toda la vida; es decir, llegar a ser un
hombre dura toda la vida y depende de uno seguir creciendo o estancarse. Claro,
no hay que compararse. Al igual que en el tamaño físico, en el cual siempre
encontrarás gente más grande que tú, en la vida también encontrarás gente más
grande que tú, pero eso no debe ser motivo de pena o lamento, porque la
competencia por crecer lo más que se pueda no es con los demás, sino contigo
mismo. Y aunque es cierto que habrá días en que te sientas “pequeño”(que no has
crecido nada) y otros en los que gozas de un buen tamaño, lo importante es
saber, al final de la vida, que diste tu mayor esfuerzo y creciste lo más que
pudiste. Esa es mi teoría!
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