jueves, 1 de mayo de 2014

Una teoria sobre la estatura física y la vida

Creo que el proceso de crecimiento de una persona (sobre todo del hombre) encierra una metáfora de la vida. Hay adolescentes que crecen antes y otros después. Me explico, hay chicos de 13 años o 14 años que crecen antes y ya a esa edad parecen casi hombres: con vellos, incipientes barbas, gruesos, altos. Y otros de la misma edad, que parecen aún niños: pequeñitos, flaquitos, imberbes. Sin embargo, luego, muchos de esos que crecieron antes se estancan y a los  15 o 16 comienzan a dejar de crecer o crecen escasos centímetros. Por el contrario, esos pequeñitos dan su estirón a los 14 o 15  y llegan, incluso, a pasar a aquellos que años atrás les llevaban media cabeza o más. Más aún, hay otros, que crecen después de los 17 o 18 y son casos particulares. Como también hay otros que son altos toda su vida y llegan a lograr grandes alturas. Pues bien, todo eso se ve luego en la vida, al crecer –ya no en centímetros- sino como persona, es decir, a la hora de madurar o hacerse hombre (en el amplio sentido de la palabra). Me explico: hay gente que entre los 25 y 30 ya son hombres hechos y derechos. Personas maduras, padres de familia, con mujer e hijos, trabajo de años y con un futuro prometedor. Sin embargo, hay otros que todavía a esas edades, aún no son hombres, sino jóvenes inmaduros, solteros, sin responsabilidades, apegados a sus padres. Sin embargo, tal como en la estatura, hay gente que entre los 30 y 40 comienza a estancarse, a dejar de crecer como personas, como seres humanos, mientras que aquellos inmaduros (no todos, por supuesto) comienzan a dar su estirón y convertirse en hombres e incluso llegan a superar a aquellos que antes “les llevaban  media cabeza o más”. Es decir, dan su estirón. Pero a diferencia de la etapa de adolescencia, donde uno dejaba de crecer físicamente, aquí el crecimiento dura toda la vida; es decir, llegar a ser un hombre dura toda la vida y depende de uno seguir creciendo o estancarse. Claro, no hay que compararse. Al igual que en el tamaño físico, en el cual siempre encontrarás gente más grande que tú, en la vida también encontrarás gente más grande que tú, pero eso no debe ser motivo de pena o lamento, porque la competencia por crecer lo más que se pueda no es con los demás, sino contigo mismo. Y aunque es cierto que habrá días en que te sientas “pequeño”(que no has crecido nada) y otros en los que gozas de un buen tamaño, lo importante es saber, al final de la vida, que diste tu mayor esfuerzo y creciste lo más que pudiste. Esa es mi teoría!

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