lunes, 16 de febrero de 2015

Diario de un profesor (12)

Exámenes finales en el instituto. Antes del examen, en un aula, entrego tareas calificadas a los alumnos. Tengo una prueba sin nombre y ubico a un alumno que tiene un cuaderno con el mismo tipo de hoja. Infiero que es él y le digo si es su tarea. Y  él la recibe diciendo que "sí es su hoja". Dos más tarde, en otro salón, una alumna, luego de entregar sus tareas, me pide la suya y le digo que no me la ha entregado, que no está. Ella me insiste y luego de ver su cuaderno y percatarme que es el mismo que el del alumno del salón anterior, entiendo todo. A continuación, le pido que me acompañe y me dirijo al salón de aquel alumno. Le pido que salga junto con la tarea que le entregué y los confronto. La alumna le dice que ése es su tarea, pues es su letra. El alumno  se defiende, frente a mí, diciéndome que me había dicho que me había enviado su tarea al Campus Virtual e incluso me muestra una hoja con su borrador. Me amargo y le digo por qué recibió la tarea como suya, sabiendo que no era de él. Pero él se sigue excusando, diciendo que incluso no me dijo que era su tarea, sino "su hoja". En un momento, incluso me increpa que no le suba la voz. Tomo aire, para no perder los papeles,  y finalizo diciéndole, que me deja mucho que desear su comportamiento. El alumno se marcha molesto.

Reflexiono: ¿No hubiera sido mejor para el alumno aceptar su error? ¿No es más digno señalar "me equivoqué"? ¿Vale la pena, para el profesor, en un caso así, llamarle la atención y hacerlo quedar en falta? ¿No estaré, al sancionarlo, incentivándolo a excusarse y mentir sin rubor? ¿Cómo actuar en una circunstancia así? Numerosas preguntas y ni una sola respuesta.   

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