Me dedico a la docencia, pero nunca me olvido que entre los 13 y los 22
años fui un VAGO que no estudiaba nada y que pasaba con notas mediocres.
Recién a los 23 me volvieron las ganas de estudiar y recuperar el
tiempo perdido. Por eso ahora, cuando me topo con un alumno flojo, me
veo reflejado en él y pienso que nunca es tarde para enmendar el rumbo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario