miércoles, 17 de junio de 2015

House of cards

 
Llegué a la serie "House of cards" de Netflix porque me la recomendó mi hermano y escuché a la periodista Rosa María Palacios decir que la veía. Además su protagonista era Kevin Spacey, el que protagonizó y ganó el Oscar a mejor actor por Belleza americana, allá por el año 2000.

Viéndola noté que la coprotagónica era la guapa Robin Wright, conocida por ser Jeny en Forrest Gump. Asimismo, el director de las primeros capítulos era David Fincher, también productor, quien dirigió Red social en el 2010. Con todos estos antecedentes, la serie prometía y vaya que cumplió con las expectativas.

La trama gira en torno al congresista demócrata estadounidense Francis Underwood, quien apoyado por su esposa Claire, quiere llegar a la Presidencia a como de lugar. En la primera temporada (actualmente ya culminó la tercera y se ha anunciado la cuarta para el 2016) vemos como el inescrupuloso y experto manipulador Underwood -magistralmente interpretado por Spacey- va creando intrigas para deshacerse de sus rivales y llegar a escalar. Primero como vicepresidente y más tarde, en la segunda temporada, como Presidente. El papel de su esposa Claire -también excelentemente representada por la guapísima Robin Wright- es vital para que aquel cumpla sus propósitos, ya que al igual que él están hechos con la misma arcilla: ambiciosos, brillantes, carismáticos, excelentes mentirosos. Ese cigarillo que se fuman juntos al final de la jornada, en su hogar, representa muy bien el equipo que son. Aunque en la tercera temporada, ya él como Presidente, la relación se resquebrajará vertiginosamente y ella terminará abandonándolo.

Lo interesante de House of Cards, además de sus brillantes actuaciones (hasta los papeles secundarios están muy bien interpretados, es el caso de Doug Stamper, brazo derecho de Underwood; Zoe Barnes, reportera del Washington Herald; Remi, un abogado lobista, etc.), es que refleja los entretelones de la política, el juego de intrigas y manipulaciones que se esconde tras los bastidores del poder. Claro, hay un poco de aderezamiento, de exageración. Por ejemplo, que Underwood asesine a dos o tres de sus rivales políticos para así llegar a la Presidencia. Pero aún así, la serie es brillante, sobre todo las dos primeras temporadas que culminan con la llegada a la presidencia de Underwood. La tercera temporada no es tan buena, pero no deja de ser interesante. Hay capítulos algo densos sobre conflictos internacionales, pero con todo eso House of Cards es una muy buena serie que vale la pena ser vista. 

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