jueves, 19 de noviembre de 2015

Diario de un profesor (21)

Termino de dictar una clase sobre el sumillado (una técnica de lectura). Siento que he realizado una buena y amena clase y algunos alumnos se despiden agradecidos. Sonrío para mis adentros y me siento un buen profesor. De pronto, ya con el salón casi vacío, se me acerca una estudiante y me dice: "Profesor, me puede repetir lo del sumillado. No le he entendido nada. Usted para corriendo". De golpe, siento que aquella alumna me baja de mi nube, como si un  furibundo puñete impactara en mi vientre y me dejara sin aire y totalmente abatido. Alzo la mirada y contemplo su mirada sincera. Tomo una bocanada de aire, como tratando de recuperarme, y pienso: "Nunca hay que creérsela. Nunca".

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