lunes, 25 de enero de 2016

Diario de un profesor (23)

Fin de semana corrigiendo exámenes. Hoy lunes desperté a las 7 am para proseguir con la tarea. Aún me falta un salón. Corregir exámenes, más si es un curso de letras, resulta una tortura china. Por si fuera poco, tengo que preparar clases para mañana. A poco menos de 4 semanas para terminar un ciclo más, estoy agotado y no tengo ganas de absolutamente nada. Sin embargo, es ahí donde aflora la vocación o eso que llaman vocación. O eso que los deportistas, llaman garra. Yo lo relaciono con una carrera de atletismo, específicamente con una carrera de larga distancia. Llegas al último kilómetro y estás exhausto y el sudor empapa tu rostro, pero es ahí, al ver la meta, que sacas fuerza de donde no hay, y comienzas a acelerar, a correr con todas tus fuerzas, como si en eso se te fuera la vida. Sabes que ya no das más, pero igual la picas, porque sabes, que al cruzar la línea de llegada, te sentirás satisfecho, pleno, feliz, de saber que diste tu mejor esfuerzo, que dejaste el alma y el corazón. Lo mismo es ahora como profesor. No importa que esté agotado, hay que dejar lo mejor de uno, siempre. En nombre tuyo y de esos alumnos que, tal vez, valoren tu esfuerzo.

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