jueves, 21 de julio de 2016

Diario de un profesor (29)

Cuando uno es profesor, trata, en clase, de ser una suerte de ejemplo o modelo para los demás. Incluso, algunos colegas señalan que uno no solo es modelo dentro, sino también fuera de clase. En parte tienen razón. Sin embargo, también creo que la vida privada de un profesor es su vida privada y por tanto, fuera de clase, en su intimidad, no tiene porqué ser un ejemplo. Al fin y al cabo, es un ser humano con virtudes y defectos y que como cualquiera comete errores y a veces es mezquino. En mi caso particular, siempre en clase he tratado de ser respetuoso con los estudiantes y de enseñar con la mayor entrega y compromiso. Más allá de eso, es decir en otros ámbitos, no tengo por qué seguir siendo un modelo de conducta ni nada por el estilo. Recuerdo que en el colegio, nosotros alumnos, veíamos a muchos de nuestros profesores, sobre todo los hombres, como unos lornas que no tenían vida (y eso, porque ellos también se comportaban como supuestos "modelos" de conducta). Sin embargo, ahora que me dedico a la docencia, y converso con colegas, sé que muchas veces los profesores manejan un doble discurso. Hablamos de valores, de honestidad, de respeto, pero muchas veces, en el ámbito privado, no los cumplimos. Así que es preferible no pontificar y, si se desea ser un "modelo" , demostrarlo con los actos y no con las palabras (pues estas se las lleva el viento). Personalmente, me conformo con transmitir a mis alumnos mi pasión por el curso que enseño, a que no pierdan su curiosidad y a que aprendan a respetar a su prójimo. 

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