sábado, 20 de mayo de 2017

Diario de un profesor (46)

Los miércoles tengo reunión de coordinación en el instituto donde laboro. Además de la coordinadora, la acompañaba un profesor a tiempo completo. Era un hombre de poco más de 40 años, bajo, trigueño, de contextura mediana. A pesar de ser uno de los profesores con más experiencia del área, se le veía nervioso (al menos así yo lo noté). A veces, tartamuedeaba al expresar sus ideas y su rostro dibujaba muecas involuntarias. En ciertos momentos, hablaba muy rápido y no le entendía lo que decía. Tenía rostro de "chico bueno", tranquilo, que ha sido "medio lorna" en el colegio. Sin embargo, a pesar de eso, se notaba a leguas que tenía convicciones y, por eso, todos los profesores lo escuchabamos con respeto y atención. Sin duda, mientras escuchaba a aquel coordinador, me identifiqué con él. Al principio con leve molestia y luego con gracia, pues aquel coordinador era como yo. Las mismas virtudes y defectos. Me vi reflejado como un espejo y valoré que él, a pesar de sus "defectos", hubiese llegado lejos. Creo, personalmente, que para ser un buen profesor lo más importante es la vocación de servicio, la pasión. ¿Y el carácter? ¡El carácter nace de nuestras convicciones!

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