miércoles, 11 de octubre de 2017

Diario de un profesor (52)

Siento electricidad en el pecho. Me siento sin aire. Siento un hormigueo en el estómago y una presión en las mandíbulas y en las mejillas. Son los nervios, la ansiedad previos a una clase. Los mismos nervios que sentía cuando tenía una competencia de atletismo en el colegio. Esos nervios que significan que algo me importa y que quiero hacerlo bien. Antes, o hace unos años, pensaba que era un "problema" mío. Pero no. Los mejores deportistas, los top 1, sienten  los mismos nervios que yo antes de una competencia. E incluso, a veces, estos los traicionan. Lo mismo me sucede a mí... Es tan fuerte mi deseo de hacer bien las cosas, que los nervios (expresión del miedo) están ahí latentes, agazapados. No tengo una receta contra ello. Solo respirar profundamente, tratar de tranquilizarme, sonreír, quizá escuchar algo de música, y salir a dar lo mejor de mí, haciéndome amigo de mis nervios y utilizándolos como una energía a mi favor. Gracias a dios, casi siempre todo sale bien. Como hoy, por ejemplo.   

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