viernes, 26 de enero de 2018

El indulto a Alberto Fujimori

Mi padre es fujimorista. Votó por Vargas Llosa y sintió cólera cuando salió elegido Fujimori, pero luego -según su visión- al ver que este tomaba decisiones, y el Perú mejoraba su economía y se acababa con el terrorismo, se volvió férreo defensor de Alberto Fujimori. Cuando ingresé a la universidad en 1996, yo repetía como un loro las ideas de mi padre. Recuerdo que en 1998 o 1999 discutía con mi primo sobre los evidentes muestras de autoritarismo y corrupción que ya mostraba este gobierno. Por supuesto, yo defendía a Fujimori influenciado -de manera inconsciente- por las ideas de mi papá. Recién a fines de 1999 -cuando tenía ya 20 años- comencé a abrir los ojos, a darme cuenta de la realidad a través de los reportajes de canal 2 y el programa de Hildebrandt. Recuerdo, incluso, haber marchado en el año 2000 y luego en otra marcha, en el 2001, cuando el régimen de Fujimori ya estaba derrumbándose por la presión de la calle. Luego aparecieron los vladivideos y ahí la verdad fue evidente. Ya para entonces, discutía con mi padre y hasta el día de hoy condeno al gobierno corrupto y autoritario de Fujimori. Cuando se lo extraditó de Chile, me pareció bien que pague por sus crímenes, sin embargo, me dejó un sinsabor que su mayor pena (25 años) fuese por delitos de lesa humanidad. Intuía ahí cierta injusticia, pues, sentía que se había tratado de una guerra y que ahí los excesos, lamentablemente, son inevitables. En el 2005, con el libro del Chema Salcedo, El libro de las sospechas, leí, por primera vez, que el caso de la tortura a la agente Leonor La Rosa (que fue muy difundido por canal 2 en los 90s) había sido un caso armado. Recuerdo al Chema ser entrevistado en un par de medios de comunicación, pero nadie le hizo el menor caso. Ahí comencé a sospechar. Leí el reportaje de Salcedo y me llegó a convencer. En los siguientes años no se volvió a hablar del caso; incluso, cuando se condenó a Fujimori, no se le sancionó por ese caso. De un día a otro, Leonor La Rosa dejó de existir y hasta el día de hoy nadie habla de ella. Recién hace un año, leí en la introducción de Muerte en el Pentagonito (del investigador de Ricardo Uceda), que es un libro que se utiliza para condenar los delitos de lesa humanidad de Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, que el caso Leonor La Rosa fue un montaje, una mentira. La verdad, en ese momento, me sentí estafado. Sentí que no solo el gobierno fujimorista, en los 90s, nos manipulaba; sino también la oposición. Comencé a entender que esta oposición también tenía su agenda propia y su condena a Fujimori no partía de convicciones, sino de intereses políticos. Es cierto, había gente respetable como Vargas Llosa, Paco Igartua, Gustavo Gorriti y otros más que sí condenaban el gobierno autoritario de Fujimori por principios; sin embargo, estos eran los pocos. 

Tiempo después, en el Informe de la Comisión de la Verdad (que también se utiliza para condenar el gobierno de Fujimori), encontré, en un cuadro estadístico, que el mayor número de muertes, por parte del Estado peruano, durante el conflicto armado, fueron durante los gobiernos de Fernando Belaúnde y Alan García. Sobre todo, el mayor número de delitos de lesa humanidad ocurrieron en el gobierno de Belaúnde. Me pregunté: ¿y por qué ellos no fueron también condenados?

En el 2017, con el caso de mega corrupción de Odebrech, se demostró que esos políticos que gobernaron después de Fujimori tomando la bandera de la lucha contra la corrupción, eran unos pícaros corruptos. Se comprobó que eran de la misma calaña que el condenado presidente. ¿Con qué moral podían criticar y condenar al gobierno corrupto de Fujimori? 

Hace un par de semanas, leí, en Muerte en el Pentagonito, de Uceda, que en el caso del asesinato de los alumnos de la universidad La Cantuta, la orden que había recibido el jefe del grupo extramilitar Colina, Martín Rivas, por parte de su superior, era capturar a estos estudiantes que -según el trabajo de inteligencia del Ejército- eran senderistas que habían estado implicados en el reciente atentado terrorista de Tarata en 1992. Sin embargo, Rivas, desobedeciendo o haciendo caso omiso, terminó matando, incinerando y enterrando a los presuntos terroristas...Personalmente, yo creía que se trataba de gente inocente. Aunque es evidente que eso no justifica la manera en que murieron y que luego Fujimori haya amnistiado al Grupo Colina. En todo caso, tiene responsabilidad política. 

Por todo lo anterior, yo opino que Fujimori debe cumplir su condena por los delitos que cometió, pero desconfío de esos grupos políticos que se rasgan las vestiduras y son igual de corruptos y que también deben pedir disculpas por los excesos que se cometieron en la lucha contra el terrorismo. Eso es doble moral. Se debe combatir el indulto a Fujimori porque es una muestra de impunidad y eso no se puede permitir. El pícaro o el que comete delitos debe saber que tiene que cumplir su condena sí o sí. El caso Odebrech ha demostrado que los presidentes que siguieron a Fujimori eran igual de bribones y ojalá paguen por sus actos, al igual que lo hizo y debe seguir pagando Fujimori. La única forma de indultar a este es por motivos humanitarios (debido a su grave estado de salud), pero por lo que se aprecia (a pesar de que se nota su deterioro físico) Fujimori no está tan grave como se quiere mostrar. Al menos eso parece. Aunque desconfío de los medios de comunicación.            

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