miércoles, 7 de febrero de 2018

Destierro

Según el crítico y poeta José Carlos Yrigoyen, la novela corta Destierro, de Alina Gadea (1966), ha sido una de las mejores novelas peruanas del 2017. Acabo de leerla en la simpática edición de editorial Planeta bajo su sello Emecé cruz del sur. Tengo la impresión de que se trata de un libro de interés, escrito con una prosa de aliento poético, que muestra a una narradora con talento. La historia gira en torno a la separación de una pareja de esposos; y cada pequeño capítulo (de una a tres páginas como máximo) nos muestra, a manera de pincelazos breves pero rotundos, los instantes previos y posteriores a la ruptura y el divorcio. A su vez, valiéndose la autora Alina Gadea del psiconálisis, desarrolla capítulos donde la narradora (la esposa) cuenta detalles de su infancia y la de su esposo (ambos bajo el dominio de madres autoritarias y represivas) que explican, de cierta manera, el por qué del fracaso de la relación entre ambos. 


Gadea, como señala la contraportada, se vale de una prosa fragmentaria que te suelta breves episodios de lo que fue la relación y el por qué de la ruptura. Por ejemplo, que el esposo, un militar, era un hombre que estaba ausente mientras ella se encargaba sola de la crianza de sus hijos. Esta prosa escindida, fragmentaria, brinda información valiosa, pero también deja al lector con preguntas, con cabos sueltos, como piezas de un rompecabezas que él mismo deberá armar. 

Lo mejor de esta novela corta, además de su prosa poética, es el desenlace; y no tanto, por lo que ocurre, sino por cómo lo narra. La escena en que ambos firman los papeles del divorcio en una notaría, y ella es presa de la dudas y del temor, y luego de la firma, se derrumba a los hombros del ex esposo, está muy bien contada y conmueve. Igual ocurre con la muerte de su madre, esa mujer autoritaria, castradora, que al final de su vida ha perdido la memoria, y antes de morir tiene un arrebato de lucidez y le pide perdón a su hija. Finalmente, la escena final, en que la narradora (la esposa), a pesar de estar devastada con la separación, se dirige al acantilado en Miraflores, y en vez de lanzarse y terminar con su vida (como le había pasado por la mente), decide volar en parapente con un instructor, y desde lo alto del cielo azul, al ver la ciudad de Lima y sus calles y casas en miniatura, y tras respirar hondo y serenarse, se da cuenta que la vida continúa y que ella ya no es "una locomotora a punto de descarrilarse" ni ha naufragado. 

En síntesis, Destierro es una novela corta interesante y muy recomendable. Y muestra que en el Perú hay también escritoras de talento. 

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