jueves, 12 de abril de 2018

Diario de un profesor (57)

En mi trabajo, tengo compañeros jóvenes de 25 a 28 años.  Algunos son muy talentosos y tienen pasta para la enseñanza: se les nota la pasión y la sensibilidad a leguas. Hay, especialmente, dos que el año pasado estuvieron trabajando en colegios. Por lo que sé, obtuvieron muy buenos resultados. Uno de ellos trabajó en un colegio estatal, en secundaria, y remodeló la abandonada biblioteca con la ayuda de sus alumnos de quinto de media. Lamentablemente, hace poco me enteré que este año ambos no van a continuar. Infiero las razones: el trabajo es harto pesado y la paga es muy poca; el estrés es muy fuerte y la recompensa moral (la gratitud de los alumnos) no basta. Como decía Constantino Carvallo, enseñar desgasta física y emocionalmente, y ejercer la docencia con pasión, a lo largo de los años, es una labor titánica.

Es una pena (aunque comprensible), por tanto, que muchos buenos docentes dejen de enseñar en las escuelas y prefieran hacerlo en institutos y universidades, donde el estrés es menor y la paga es mejor (sin ser la gran cosa). Yo mismo enseñé en un colegio privado solo dos años, y luego di mi salto a un instituto. Y las razones fueron las arriba mencionadas. El estrés y la poca paga no justificaban el sacrificio. Además, te topabas con algunos alumnos que ni siquiera valoraban tu esfuerzo y dedicación. Eso desalienta a muchos jóvenes profesores y los hace alejarse de las escuelas. Una pena, porque los mejores deberían ir allí.

Por tanto, el Estado y la sociedad deberían incentivar, a través de un mejor salario y atractivas condiciones laborales, que los profesionales más destacados quieran enseñar en los colegios. Más aún, sería interesante promover que los mejores estudiantes, de las universidades e institutos más prestigiosos y pertenecientes a diversas carreras, enseñen un año en escuelas públicas o privadas (como un voluntariado o servicio al país). Esto a cambio de un futuro beneficio laboral en las empresas a las que postulen. Por el momento, solo hay esfuerzos aislados como Enseña Perú y otras ONGs.    

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