Es una pena (aunque
comprensible), por tanto, que muchos buenos docentes dejen de enseñar en las
escuelas y prefieran hacerlo en institutos y universidades, donde el estrés es
menor y la paga es mejor (sin ser la gran cosa). Yo mismo enseñé en un colegio privado
solo dos años, y luego di mi salto a un instituto. Y las razones fueron las
arriba mencionadas. El estrés y la poca paga no justificaban el sacrificio.
Además, te topabas con algunos alumnos que ni siquiera valoraban tu esfuerzo y
dedicación. Eso desalienta a muchos jóvenes profesores y los hace alejarse de las
escuelas. Una pena, porque los mejores deberían ir allí.
Por tanto, el Estado y la sociedad deberían incentivar, a través de un mejor
salario y atractivas condiciones laborales, que los profesionales más
destacados quieran enseñar en los colegios. Más aún, sería interesante promover
que los mejores estudiantes, de las universidades e institutos más prestigiosos
y pertenecientes a diversas carreras, enseñen un año en escuelas públicas o
privadas (como un voluntariado o servicio al país). Esto a cambio de un futuro beneficio laboral en las empresas a las que
postulen. Por el momento, solo hay esfuerzos aislados como Enseña Perú y otras ONGs.
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