jueves, 19 de julio de 2018

Diario de un profesor (59)

Hace un par de meses, escuché en Youtube una entrevista al ex jugador argentino Gabriel Batistuta, uno de los grandes goleadores del fútbol argentino y mundial. Batistuta confesó que él no se divertía cuando estaba en una cancha de fútbol, pues el nivel de exigencia era muy alto y para tener un máximo rendimiento necesitaba estar bien concentrado. Uno de los panelistas le refutó que también podía hacerlo bien divirtiéndose. Batistuta le contestó: "No, no se puede. Bien, no se puede. Lo podes hacer (divirtiéndote) a 180, pero si lo haces seriamente, lo haces a 200". 

Todo esto me hizo pensar en la labor del docente. Me he topado con profesores (un 15 o 20%) que confiesan que se divierten enseñando. Yo los escucho entre admirado e incrédulo, pero no es mi caso. A mí me gusta enseñar, sin embargo, al igual que Batistuta, no lo disfruto durante la clase. Y no porque no me guste enseñar, sino porque me demanda tanta concentración y energía (física y mental) el tratar de brindar una buena clase y captar la atención de los alumnos, que estoy demasiado tenso para gozar. El disfrute recién lo siento cuando veo que he realizado (o estoy realizando) un buen trabajo y los estudiantes parecen satisfechos. 

Sé que no hay reglas y que cada persona (o profesor) es diferente, pero así me ocurre a mí hasta ahora. Espero algún día divertirme durante las clases, no tomármelo tan en serio, no obstante, temo que la "calidad" de estas puedan disminuir. 

Adjunto entrevista a Gabriel Batistuta:







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