miércoles, 28 de noviembre de 2018

El miedo a intentar

Lo veo a diario. Sobre todo en las personas adultas. Incluso lo veo en mí mismo. Es el miedo a intentar. Ese mismo miedo que uno tenía de adolescente y que creíamos ya superado, pero que, debido a malas experiencias, volvió a instalarse en nuestro ser. Es el miedo a expresar lo que sentimos, lo cual nos lleva a pensar tres veces (o miles) antes de intentar o decir algo. Por ejemplo, recuerdo haber escuchado a un arquero peruano decir que muchos arqueros nunca salen de su arco jugando, porque, seguramente, una vez perdieron el balón, y ya tienen miedo de salir. Recuerdo también a un amigo empresario que me señaló que muchos empresarios, al fracasar en su primer emprendimiento, ya no vuelven a intentarlo porque dicha experiencia fue como "leche caliente que se les derramó en la cara". Lo veo, asimismo, en amigas que son madres solteras y se les hace difícil volver a darse la oportunidad de conocer a otra persona, porque tienen miedo a sufrir. Más aún, a veces,  yo me veo dudando de expresar mis sentimientos, ya que esto podría ser considerado una debilidad por la otra persona. ¡Y realmente me parece absurdo! 

Es bien humano tener miedo a fallar, pero debemos seguir intentando, es la única forma de crecer, de aprender, de vivir. Es como el deportista que está en una racha de fracasos (le ocurre incluso a los mejores), pero que sigue intentando y trabajando fuerte, hasta que comienza a obtener victorias y se va acercando a su meta. El dramaturgo Samuel Beckett lo refleja muy bien en su brillante pensamiento: "Siempre intentaste. Siempre fallaste. No importa. Intenta otra vez. Falla de nuevo. Falla mejor". Es decir, Becket nos alienta a fallar, porque el éxito está en perseverar, en aprender de nuestros fracasos y seguir intentándolo hasta el final, sin perder el optimismo.  


No hay comentarios: