domingo, 20 de agosto de 2023

Diario de un profesor (84)

Acaba un nuevo ciclo en la institución educativa donde laboro. A la semana, recibo el resultado de las encuestas referenciales docentes. Ingreso con temor a ver mis resultados (de ser posible me persignaría antes de verlos). Para mi sorpresa y alivio, veo que los alumnos me han calificado bien y mi promedio es bueno y se mantiene respecto a los ciclos anteriores. Sin embargo, observo resultados que me dejan pensando. Por ejemplo, el aula que me costó más trabajo y me hizo perder a veces la paciencia, fue la que me calificó más alto. Igual sucedió con otra aula que sentía que la conexión o vínculo no era como me hubiese gustado. Por el contrario, otra sección -tranquila y que incluso sentí que me llevaba bien con la mayoría de ellos- fue la que me evaluó más bajo. Es decir, a partir de anteriores experiencias, puedo indicar que las aulas más tranquilas o sosegadas no son síntoma necesariamente de un buen clima educativo, sino de alumnos que de repente no se sienten en confianza para preguntar o que no están motivados con tu curso o que simplemente les caes antipático.

 

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