sábado, 29 de marzo de 2025

Diario de un profesor (98)

La etapa escolar te marca para bien o para mal. Mucha gente, entre ellos yo, no volvería al colegio nunca más. Era un colegio de puros hombres donde había que sobrevivir y nada más. Un colegio en el que tenías que trompearte para hacerte respetar y no ser presa del bullying. Durante varios años, tuve la pesadilla de que volvía a la escuela y despertaba sobresaltado. Luego respiraba aliviado sabiendo que solo se trataba de un horrible sueño. 

Sin embargo, hay otros que recuerdan el colegio como la etapa más bella, donde forjaron amistades que los acompañaron a lo largo de su vida. Mi madre, precisamente, es una de ellas. Aunque padece Alzheimer y cada vez su memoria luce más estragada con los años, aún recuerda con cariño a su colegio, María Mercedes, en el Cuzco; y lo más sorprendente, habla con un cariño inigualable sobre la directora, mamita Logria Flores Escalante, quien la quería mucho. En otras palabras, pese a que mi madrecita, a veces, ya me dice "hermanito" y ha olvidado miles de cosas básicas, aún recuerda con nombre y apellidos a la directora de su colegio. Y cuando habla de ella, siempre nos cuenta que la quería mucho y siempre le decía lo buena chica que era. Al escucharla, yo pienso en cómo un docente nos puede marcar para bien o para mal. Una frase que nos dijo un(a) profesor(a) puede salvarnos la vida o darnos fe, y en otros casos, puede dejarnos una herida o resentimiento de por vida. Y en el caso de mi madrecita, ¡vaya que fue para bien! y eso quedó grabado en su memoria de manera indeleble.  

Seamos, por tanto, más conscientes de lo que decimos a nuestros alumnos. Nuestras palabras (y nuestras miradas) pueden servirles de apoyo para toda su vida. 

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