martes, 4 de mayo de 2010
Los últimos días de La Prensa
He leído el libro Los últimos días de La Prensa (1996), de Jaime Bayly, y debo decir que me divertido bastante. Me lo he leído, como hace mucho tiempo que no me pasaba, de un tirón y no solo riéndome (cagándome de risa, sería la expresión adecuada) sino también reflexionando. Es cierto que el libro de Bayly es ligero, de fácil lectura, con una prosa sencilla; sin embargo, funciona y de maravillas. La historia del periódico “La Prensa” y del abuelo de Diego que perdió sus tierras con la reforma agraria (las dos historias paralelas que recorren el relato) te atrapan desde el inicio. Los diálogos están muy bien desarrollados (el autor tiene una facilidad para estos) y hay personajes que resultan inolvidables: Patty (la cuñada secretaria del director del periódico), el abuelo de Diego, el periodista Zamorano (encargado de la página Internacional). Asimismo, Bayly tiene facilidad para describir y desarrollar escenas, situaciones, personajes, tics, características físicas, la jerga y el humor cutre del periodismo limeño.
Debo señalar que es cierto que la literatura de Bayly puede ser considerada “Light”, pero es una literatura que para su tipo (que me parece sincera y no impostada y que tiene que ver con la personalidad del autor) es muy buena y de calidad. Muchos de los críticos de Bayly le reprochan su ligereza de temas y se escandalizan con su mente libertina, pero ¿acaso la vida no es también las putas, las pajas, la cutra, la pendejada, la criollada, la homosexualidad, etc? Pues Bayly, y aunque en esta novela no habla de homosexualidad ni de coca, sí desarrolla el tema de las putas, de las pingas, las chuchas, la pendejada, la mermelada y grafica muy bien lo que es la vida. Y para los que quieren profundidad ahí está la historia del abuelo de Diego, que te hace reflexionar sobre la Reforma agraria en la época de Velazco. En esta historia Bayly es ligero (por el lenguaje que usa), pero es también profundo y gracioso –las cartas que escribe el abuelo al director del periódico son divertidísimas-). En suma, en la superficialidad también hay profundidad.
Finalmente, hay que entender que Bayly no es escritor realista, sino uno satírico, que todo lo ridiculiza, lo deforma, lo vuelve todo más grotesco, para así burlarse. No es casualidad que el diario La Prensa parezca, en la novela de Bayly, peor que el diario “Ajá” o “Chuchi”. Por todo esto, Los últimos días de La Prensa es una buena novela de un buen escritor.
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