sábado, 30 de julio de 2011
Bartleby, el escribiente
Escrita por el norteamericano Herman Melville (1819-1891), “Bartleby, el escribiente” es un cuento largo que pertenece al libro de relatos The Piazza Tales (1856) y que es considerado por Borges y críticos especializados una pequeña obra maestra del autor de Moby Dick. Recuerdo que hace más de diez años, cuando llevaba un curso de Narrativa en la Universidad Católica, nos hicieron leerla y me pareció interesante. Pues, bien, la he vuelto a leer y he comprobado o ratificado mi primera impresión: se trata de un relato bien contado, con pocos personajes pero bien delineados por el narrador (un abogado sin grandes ambiciones que tiene un estudio en Wall Street). El protagonista de esta historia es Bartleby, un copista del estudio del abogado narrador, quien llama la atención de este por su personalidad huraña, apacible y pasiva. El abogado, un día, le pide al laborioso y silencioso Bartleby que verifique la copia que ha transcrito con el original, y recibe como respuesta: “Preferiría no hacerlo”. El abogado narrador se siente desconcertado con dicha respuesta, pero se hace de la vista gorda, pues siente una sensación de piedad ante Bartleby, quien luce solo y desamparado. A partir de ahí, aquella insólita frase, “preferiría no hacerlo”, comienza a hacerse más frecuente, y el abogado empieza a acostumbrarse a aquella extraña forma de ser de su empleado; y ese sentimiento de piedad suyo, lo imposibilita de despedirlo. No obstante, conforme pasan los meses, la situación se agrava, pues un día Bartleby, con su característica frase, se niega a copiar, es decir a hacer su trabajo. El abogado, ya perdida la paciencia, toma una drástica decisión: despedir a Bartleby e invitarlo a que no retorne a la oficina. Pero para su sorpresa, este se niega a marchar. Puestas así las cosas, el abogado decide cambiar de estudio y Bartleby se queda ahí, incluso cuando llegan los nuevos inquilinos.
Tiempo después, el abogado se entera que Bartleby ha sido conducido a la cárcel, pues no quería abandonar el antiguo estudio de su empleador. Cuando este lo visita a la cárcel, pues le tenía cierto cariño, encuentra a Bartleby, solo en el patio, como aislado del mundo, mirando una pared. Y se entera por el cocinero que se niega a comer. Finalmente e inevitablemente, Bartleby muere…Pues bien, lo atractivo del relato es que Melville nos atrapa con su relato y crea un aura de misterio e intriga en torno a este complejo personaje de Bartleby, que el espectador termina rendido por este ser solitario y entrañable. En suma, la magia de Bartleby está en lo que no se dice de este, y la única pista que se nos da, al final del cuento, es que antes de trabajar en el estudio del abogado, laboró como empleado en una oficina de cartas dirigidas a gente que ya había muerto.
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