sábado, 24 de septiembre de 2011
Por favor, rebobinar
El chileno Alberto Fuguet publicó el libro Por favor, rebobinar en 1998. Fue su tercer libro, luego de Sobredosis y Mala onda. En dicho libro, Fuguet continúa la senda trazada en sus primeros libros y retoma algunos de sus personajes ya en edades más avanzadas: unos en sus veintes, otros bordeando los 30. Sin embargo, algo los une, los vincula: siguen teniendo ese vacío existencial y espiritual que se inició en la adolescencia. Por favor, rebobinar está dividido en 8 capítulos que tienen como protagonistas a diversos personajes, algunos ya aparecidos en Mala onda. Así, los personajes nos van contando sus vidas en primera persona: Lucas García, Enrique Alekan, Julián Assayas, Pascal Barros, Andoni LLovet, Gonzalo McClure, etc. Conforme van transcurriendo los capítulos, vamos dándonos cuenta que todos ellos, unos más que otros, pertenecen a un mismo grupo de amigos o círculo social y, por ende, sus vidas se vinculan, se interconectan.
Lo positivo de Fuguet es que sus personajes respiran sinceridad, respiran bronca, respiran insatisfacción y eso se trasmite al lector contagiándolo y haciéndolo partícipe de estas confesiones de los personajes. Además, el escritor chileno escribe bien, su prosa es directa, sin ornamentos, pero efectiva. Sin embargo, hay que decirlo, a veces, la historia se vuelve predecible, pues todos los personajes, al compartir el mismo vacío existencial, son casi similares. Asimismo, Fuguet no cuenta historias propiamente dichas, sino historias que se basan en recuerdos, pensamientos de los personajes que buscan darle un sentido a sus vidas. A pesar de todo esto, es innegable que Fuguet mantiene la vitalidad de la novela por la fuerza de sus personajes, por la fuerza de esas reflexiones que los llevan al pasado, por su sinceridad, por su fuerza expresiva. Y de todos esos “relatos”, el mejor, sobre todo, es el de Andoni Llovet, el modelo y escritor que termina aparentemente suicidándose. ..En suma, considero que es una buena y sincera novela, muy superior a Las películas de mi vida (escrita ya en otro registro), aunque un poco por debajo del nivel de Mala onda. De todas maneras, hay que leerla, pues es, qué duda cabe, intensa.
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