domingo, 8 de enero de 2012

El último tango en París


"El último tango en París" (1972), película del italiano Bernardo Bertolucci, es una cinta diferente, extraña, curiosa, particular y, a la vez, intensa, fuerte, provocativa, sensual, sexual y transgresora.

La primera escena de la pela llama poderosamente la atención. Es un Marlon Brando, casi cincuentón, que camina por París con el rostro de la tragedia, y una bella jovencita (María Schneider) que observa a este y capta su drama. El destino los une, pues coinciden en el intento por alquilar un departamento, y es tal la atracción sexual entre ambos, que hacen el amor a los minutos de conocerse. Claro, es medio inverosímil esto, pero conforme transcurre la película, y la relación de amantes se va afianzando, se llega a los mejores momentos de la película: la escena, por ejemplo, donde él le pide que no digan sus nombres ni hablen de su pasado; las relaciones de posesión entre ambos, la escena en la pista de tango, etc. Así, poco a poco, la relación va derivando en una de tipo tortuosa, conflictiva, enfermiza, pero amorosa al fin. Y la cámara la muestra en su cotidianeidad, apropiándose de las luces y sombras, de las formas del cuerpo de la joven y hermosa joven. Sin embargo, la chica, al final, comienza a sentirse mal, a darse cuenta que la relación le está haciendo mal, pero, a su vez, comprobar de que se ha enamorado de ese hombre mayor y extraño pero apuesto. Las dos escenas finales, las de la pista de tango y la última en el departamento, son realmente intensas y notables. Y en esto aportan la gran actuación de Brando y también de Schneider. La música y la fotografía también contribuyen con todo esto y, por supuesto, el arte del director que, entonces con solo 31 años, hizo una película original y por momentos brillante o genial.

No hay comentarios: