domingo, 24 de junio de 2012

Siempre corriendo

Si recuerdo mi niñez, me veo corriendo, corriendo con el aire a mi favor, con mis piernas pisando el cemento, el pasto o la superficie que correspondiese. Me veo corriendo con el sudor en mi rostro, con la respiración lenta pero segura, con mis brazos de arriba hacia abajo de manera acompasada, como las manijas de un reloj. Me veo corriendo en mi colegio, en las olimpiadas, junto con otros compañeros, con el sonido del partidor que eran unas tablas de madera que sonaban al unísono. Me recuerdo corriendo con los nervios de no querer perder y sí ganar. Me recuerdo corriendo 100 metros planos, 400 metros y sobre todo la maratón, esa carrera que, la primera vez, en cuarto de primaria, quedé sexto y luego fui mejorando hasta que, en tercero de media,  me ubiqué  primero: es una de las alegrías más bonitas de mi adolescencia. Me recuerdo, pues, corriendo, porque era lo mejor que sabía hacer (ante mi falta de pericia para el fútbol y la natación y otros deportes). Recuerdo, hasta el día de hoy, esa final de 400 metros planos en 6to de primaria en la quedé 3er. puesto y para mí significó casi como si hubiese ganado.

También me recuerdo corriendo junto con mi papá y mi hermano los domingos, cuando íbamos trotando al parque zonal de San Juan de Miraflores o al depósito de mi papá. Me recuerdo corriendo y perdiendo aquella maratón de segundo de media, que fue la vez en la que me preparé mejor pero que perdí por mis excesivos nervios, por mis deficientes zapatillas y así, en mitad de la carrera, luego que se me desamarraran las zapatillas, me detuve y me puse a llorar, hasta que mi papá me animó a seguir y pude culminar en un puesto que no quiero recordar. Pero esa derrota, significó el mejor aprendizaje, porque al siguiente año me desquité conmigo mismo e hice la mejor carrera de mi vida.

Hoy, casi veinte años después, sigo corriendo, y corro bien, ya no con la agilidad de la adolescencia, pero sí con esa experiencia que te dan los años. Y salgo a correr cuando el cuerpo y el corazón me lo piden. Corro también cuando me siento estresado o triste y, valgan verdades, me siento mucho mejor después de hacerlo. El otro día, un martes, en la noche, acababa de preparar mis clases para el día siguiente, y tal como Forrest Gump, salí a la calle y me puse a correr sin razón alguna, solo por el gusto de querer hacerlo. Mientras corría recordaba todo lo que acabo de escribir (siempre que corro las imágenes de mi vida se me aparecen y conversan entre ellas) y al llegar a mi casa regresé con una sonrisa en el rostro, la misma que aparece en mí en el momento en que culmino esta reflexión.

lunes, 18 de junio de 2012

Diario de un profesor (1)


¿De dónde me nació las ganas de enseñar?
No lo sé exactamente. Tal vez de algunos profesores que influenciaron en mí: Óscar Luna Victoria, Eduardo Rada, Reynaldo D´Amore, Grégor Díaz, el profe Ojeda y muchos otros que ahora, injustamente, no recuerdo. Ellos tuvieron algo en común: me hicieron confiar más en mí. Tal vez, yo también quiero lograr eso con mis alumnos. Las palabras de un profesor pueden ayudar en la vida de una persona.


***

¿En qué reside el éxito de un profesor?
No lo sé. Pero me animo a lanzar una teoría: la pasión. Si no hay pasión, no es posible el éxito pedagógico.



***
Me gusta enseñar. Pero siento que he entrado a una rutina –producto del enseñar todos los días- que hace que sienta que he perdido algo de la pasión inicial. ¿Cómo mantener la misma pasión? ¿Será posible que algún día pierda la pasión y enseñe por inercia o en automático? Todo esto me recuerda a un bonito cuento del uruguayo Horacio Quiroga: “El potro salvaje”. Este potro de joven corría por el campo con pasión y atraía a la gente que venía a verlo. Sin embargo, el potro ya adulto, ya maduro, sigue corriendo pero ya no con la misma pasión. Y aunque la gente lo sigue admirando, algunos de ellos, los más observadores, se percatan que ya no corre como antes… Tal vez, a muchos profesores, les ocurre algo parecido y tal vez me pase a mí. Ojalá no sea así.



***
Cada vez que entro a clase lo hago con nervios. Hasta el día de hoy enseñar me produce nervios, miedo y adrenalina. Sin embargo, son nervios positivos, pues nacen del querer hacer las cosas bien…Uno siente miedo cuando lo que va a hacer le resulta importante, le resulta de vida o muerte. Por eso, rescato de manera positiva esos nervios y los uso a mi favor.



***
Enseñar se parece mucho a la vida de los deportistas. Hay triunfos, empates, muchas derrotas. Y el profesor es como un tenista, como un futbolista, etc. Debe estar preparado para tardes buenas y malas…Y si los mejores tenistas han tenido partidos malos, ¿imagínense un tenista promedio o un profesor promedio como yo?



***
Este oficio de enseñar es todo un mundo. Cada día le tengo más respeto y temor. Y me pregunto: ¿en cuántos años me sentiré un profesor de verdad y no alguien que está aprendiendo a enseñar?

domingo, 17 de junio de 2012

Mar de copas


Recuerdo que en la universidad muchos amigos o compañeros eran fans del grupo peruano Mar de Copas. Yo solo había escuchado 3 o 4 canciones y decía que el grupo no me gustaba, pues hacía música para niños. Su canción himno, o una de las pocas que se escuchaba en la radio, “Mujer noche” no me parecía la gran cosa y, en suma, el grupo me parecía sobrevalorado. Reconozco, eso sí, que “Suna”, otro de sus éxitos en radio, sí me gustó.
Han pasado diez años de eso y hace poco me compré un disco con los éxitos de Mar de copas. Lo escuché una y otra vez y me di cuenta que había cometido un gran error años atrás. Mar de copas, y no me cabe la menor duda, es un gran grupo y posiblemente la mejor banda de rock peruano en su historia. Fundado en 1992, ha editado 5 discos y tiene, además de un sonido particular, una sensibilidad especial (reflejada en sus letras y melodías) y varias canciones que pueden romper la barrera del tiempo y denominarse clásicos. Sus letras, en las que abundan las referencias a princesas, brujas, flores, hechizo, ángeles, sol, estrellas, etc., han creado un mundo particular, como sucede en cualquier obra de arte.

Entre sus éxitos me gustan sobre todo “Balada de un encuentro fugaz”, “Entre los árboles”, “La máquina del tiempo”, “LB”, “Adiós amor”, “Enloqueciendo”, “Ramera”, “Suna”, “Sol soberano”, y otras más.  Por todo lo anterior, hay que escuchar a Mar de copas y difundir más su obra (que ellos no se han preocupado mucho en difundirla –casi no tienen videos oficiales, salvo un DVD-), pues es de verdadera calidad.        

Aquí dejo el enlace de la canción "Entre los árboles".
http://www.youtube.com/watch?v=-UcmNPyaJDc