domingo, 21 de julio de 2013

Diario de un profesor (7)


01/05/2013
Primer día de clases en el instituto donde enseño. Nuevo ciclo. Ingreso al salón. Sé que he preparado bien mi clase. Cojo las copias que he sacado y se las entrego a algunos de los alumnos. De repente noto que las hojas se agitan levemente. Mis manos tiemblan un poco. Me río dentro de mí. Son los nervios. Llevo algunos años en este oficio y todavía me pongo un poco nervioso antes de cada clase. La única diferencia es que ahora sé manejar mis nervios y usarlos como una fuerza a mi favor. Esos nervios son buenos, positivos, porque quiere decir que lo que estoy haciendo (enseñar) me importa y me importa mucho.

03/05/2013
El atleta tiene un número de años de carrera profesional (de 10 a 15 años). Y además hay una edad en la que está en el apogeo de su madurez física y psicológica (digamos, entre los 25 y 27 años). ¿Cómo será en el caso del profesor? ¿Tendrá este también un tope de edad para desarrollar su carrera profesional? ¿Los 65, los 70? ¿Y cuál será su etapa de plenitud física y psicológica? ¿De los 35 a 50 años? Aún no lo sé. En todo caso, al igual que el atleta, debe llevar una vida metódica que le permita dar lo mejor de sí en la “cancha”. Y cuando sepa que ya el “físico” no es el mismo, deberá tomar la difícil decisión de “retirarse”, antes que lo retiren. Hay, pues, mucha similitud entre ambas profesiones.
 
19/05
En el instituto donde enseño, a veces me encuentro con ex alumnos, que al verme me saludan con efusividad y una sonrisa sincera de agradecimiento. Incluso algunos que cuando eran mis alumnos sentía que no les caía, me sonríen en señal de gratitud y me dicen: ¡Profesor, cómo está! Entonces, yo los saludo también con emoción y siento que todo mi esfuerzo no fue en vano. Y que enseñar, después de todo, tiene sus compensaciones.

03/06
¡Solo se deben dejar las tareas que se pueden corregir bien!
 
09/06
El otro día estaba en clase y me observé parado detrás del atril, serio, con gesto adusto, voz gruesa, severa y dando órdenes. Y saben qué. Me noté mandón, autoritario, poco paciente, algo amargado. Es decir, todo lo que no quiero ser como profesor. Y pensé que muchas veces nos comportamos de manera contraria a como realmente deseamos. Pero a su vez intuí o comprendí que me comportaba así -serio, poco paciente- porque era una capa de protección, una máscara inconsciente que fabricaba y me servía para mantener el “orden” en clase y para, según yo, mantener la “disciplina”. ¿Funciona ese método? No lo sé. Tal vez, a veces. En todo caso, yo no me siento a gusto, pues no es mi esencia y no es lo que quiero transmitir.
 
 
 
 

No hay comentarios: