20/06
Tengo en mi salón una chica
hiperactiva. Se sienta atrás, pero no para de hablar con la chica del costado y
de observar su celular. Sin embargo, no tiene malas notas e incluso participa
en clase y el otro día hizo una buena exposición en su examen parcial. A pesar
de eso, y como es hiperactiva, a veces suelta frases o comentarios inoportunos
y yo tengo que callarla. Justo al final
de la clase, una alumna me dice: “Profesor, tenga paciencia con ella”. “Sí, ya
sé”, le digo en tono casi resignado. Y pienso: ¿Cómo hacer para usar su energía
a mi favor? ¿Cómo poder controlarla sin recurrir al grito o la orden
autoritaria? ¿Cómo obtener o sacar de ella su mejor potencial sin reprimirla?
Tantas preguntas y ni una sola respuesta clara. Solo guiarme por mi corazón.
22/06
Hay un chico en mi salón que
es inteligente, pero flojo. No hace las tareas que dejo y por supuesto no ha
salido bien en sus exámenes. Incluso le ofrecí una oportunidad para que vuelva
a hacer su trabajo, pero nunca me lo envió. Eso sí, el chico, como ya dije, es
hábil y educado. Debe tener 22 o 23 años. La última clase que tuve con él, le
entregué su examen parcial en el que está desaprobado, luego le pedí leer un
texto e hicimos un ejercicio en clase. Sin embargo, él ni siquiera sacaba su
lapicero; le pedí que escribiera su opinión del artículo leído, pero no me hizo
caso. Al final de la clase, lo llamé y le dije todo lo referido anteriormente.
Es decir, que veía su falta de interés y que si él no cambiaba su actitud, no
lo iba a ayudar y no iba a aprobar el curso. Él me dijo que se encargaría de
cambiar la situación. Y así nos despedimos.
¿Qué hacer en una situación
así? ¿Cómo actuar como profesor? Más sabiendo que yo a esa edad también fui un
gran flojo. ¿Será la respuesta la misma que sucedió en mi caso? Es decir,
esperar a qué él un día se dé cuenta, como yo, de que solo con esfuerzo
alcanzará sus metas. Que solo la madurez, o los años, le haga ver lo que yo vi
un día… ¿O tal vez, yo como profesor, puedo incentivar a eso?
25/06
No estoy a favor de llenar
de trabajos a los alumnos, pero tampoco es la solución dejarlos sin trabajos y
darles total libertad. Hay que obligarlos un poco. El ser humano tiende la
flojera, a la pereza. Eso lo he comprobado este ciclo con un salón en el cual
hay muchos alumnos que ya habían estado conmigo el ciclo anterior. Lejos de
comprometerse, los veo relajados, sin ganas de trabajar. ¿Cómo hago para
revertir eso? Creo que teniendo las cosas claras. No dejar tareas para que
escojan, sino dejar las tareas precisas en el momento adecuado. Y señalarles de
manera clara cuál es el sistema de clasificación.
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