martes, 19 de mayo de 2015

Carrera Movistar-Adidas 2015

El domingo pasado corrí la carrera Movistar-Adidas. Específicamente la carrera de 10 kilómetros, ya que había otras dos categorías: 21K y 42K. Me había preparado dos semanas a profundidad, aunque hace años que corro dos veces por semana en promedio media hora. El año pasado había vuelto a las competencias -luego de diez años- en la carrera de Entel, que se realizó en noviembre y marqué un registro de 54 minutos y 44 segundos. Ahora mi meta era rebajar esa marca y aproximarme a 50 minutos, mi meta del año.


Sin embargo, tuve un imponderable. El chip que tenía alojado en la zapatilla se me cayó recién iniciada la carrera y eso me desconcentró unos segundos. Pensé dejar de lado el bendito chip (que no sabía en qué momento se me había caído) y seguir corriendo. Y así lo hice. Corrí a ritmo firme, seguro, a veces acelerando el paso y en otras disminuyendo la velocidad para ahorrar energías. Me motivaba el ver que poco a poco iba pasando atletas y el sentir que mi respiración no se agitaba sino que se mantenía serena. Poco a poco iba avanzando en la ruta:  San Isidro-San Borja-San Luis-San Borja e iba midiendo mis fuerzas para reservarlas al final. No conocía exacta la ruta, pero sabía que me acercaba a la meta pues esta era la misma que la partida: San Isidro (Avenida Canaval y Moreyra con República de Panamá). Los últimos 2 kilómetros fueron los más difíciles, pues había una pequeña cuesta arriba que había que remontar. Comencé a pensar en el colegio, en aquellas épocas en que era feliz corriendo, en aquella carrera de sexto grado en que quedé tercer puesto pero que para mí fue como haber quedado primero, pensé en aquellas maratones que gané en secundaria. Me animé viendo que iba pasando competidores poco a poco y que el sol intenso que caía de arriba no me iba a detener, menos el sudor que manaba de mi rostro y todo mi cuerpo. En la última recta, vi gente que en vez de correr más fuerte, comenzaba a caminar. Pero yo seguí, saqué fuerzas de flaqueza y en los últimos cien metros la piqué. Cuando llegué el cronómetro oficial señalaba 56 minutos y 10 segundos, pero a eso debía descontarle el tiempo en el que cruce la partida, que fue entre el minuto 2:30 y el minuto 4. Es decir, calculo hice entre 53:40 y 52:10. No está mal, pero creo que para la próxima, con esfuerzo, lo haré mejor.


Finalmente, resulta encomiable el esfuerzo realizado por todos los competidores, sobre todo por los que corrieron los 21k y 42k. Imagínense correr, como un amigo, 3  horas y media o poco más de 4 horas. Al final, correr es, como la vida, una competencia por vencer tus límites, una competencia contigo mismo y no necesariamente con los demás. ¡La próxima vez trataré de vencerme nuevamente!



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