viernes, 31 de julio de 2015

Diario de un profesor (17)


El cuerpo es una manifestación de nuestro estado emocional. Como profesor, lo palpo con frecuencia, sobre todo cuando siento el estrés, la tensión, los nervios. El ciclo pasado, noté, mientras preparaba una clase, que un temblor involuntario se apoderaba del dedo anular de mi mano izquierda. Solito se desperezaba y se agitaba hacia arriba. Y ese tic se repetía, ante mi asombro e impotencia, cada dos o tres segundos. Por esa misma época, un día frente al espejo, descubrí un temblor similar a la altura de mi entrecejo. Era como un alfiler invisible que te hincaba de adentro hacia fuera. Y tú solo palpabas un puntito de piel trémula. Finalmente, hace un mes, cuando ya me había olvidado de los casos anteriores, sentí, una noche, un hincón diminuto y persistente en un punto de mi rostro. Me dirigí al baño, prendí la luz, acerqué mi rostro al gran espejo y divisé aquel temblor ahora a la altura de mi mentón. Dibujé una media sonrisa y pensé que sin duda esto era consecuencia del estrés, que mañana debía salir a correr y me pregunté cuál sería el próximo lugar en manifestarse.        

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