miércoles, 19 de abril de 2017

Diario de un profesor (43)

¿Qué harías si un día llegas a la institución donde enseñas hace varios años y te enteras que se ha cambiado el sistema de calificación, sin previa consulta a los profesores, y te das cuenta de que este es un disparate? ¿Te imaginas un sistema de calificación en el cual un alumno que saca de 0 a 12-en cualquiera de sus cuatro evaluaciones semestrales- se le deba poner como nota 12? Es decir, que si un estudiante saca 03 o 05 o 08 o 10, el profesor le debe poner 12. ¿Te lo imaginas? ¿Qué harías en un caso así? Por otro lado, según ese bendito sistema de calificación, si un alumno saca entre 13 y 15, ¿estarías de acuerdo en colocarle 13 de frente? En otras palabras, tú sacas 14 o 15 -por ejemplo- en tu examen Parcial, pero el profesor debería ponerte 13. ¿Tiene sentido? Finalmente, qué pasaría o qué pensarías si te enteras, que de las cuatro notas principales del curso, la última vale el 60% ... ¿Qué harías en una situación así? Tú, como profesor, ¿enseñarías con la misma motivación?, ¿protestarías ante tus jefes?, ¿te reirías y seguirías trabajando en silencio como si nada hubiese pasado?, ¿lo verías como una oportunidad?, ¿te parecería motivador o la idea más absurda? 

En una situación así, el profesor se presenta ante un dilema y tendrá que resolverlo de acuerdo a sus principios y necesidades (económicas, laborales). No me animo a dar una respuesta, pero sí a preguntarnos si la motivación es la misma y a tomar una decisión con el corazón.     

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