domingo, 1 de septiembre de 2019

Diario de un profesor (65)

Me acerco a asesorar, en un aula de clase, a un par de alumnos de unos veinticinco años. Uno de ellos le dice al otro: "Huevón, tienes que resolver el ejercicio". El otro en tono de broma le llama la atención: "Oye, cómo vas a decir eso delante del profesor". Yo le digo al que soltó la lisura, que tiene razón su compañero, que tiene que guardar los modales en clase, que no es el contexto para hablar así. De pronto, el otro compañero, aquel que le llamó la atención, señala burlón: "Ves, cojudo, te dije". Yo ignoro sus palabras, como dejando pasar su comentario, pero su amigo sonríe y dice: "Ve, profesor, cómo él también habla como quiere". Yo solo llegó a sentirme descolocado y digo: "Uds. saben que no es correcto" y me alejo con rostro serio. Sin embargo, en mi interior, luego de la clase, pensé que estas situaciones suceden frecuentemente. Entonces, me pregunto, cómo corregir de manera inteligente, cómo corregir sin necesidad de gritar, cómo corregir siendo firme pero empático. Tal vez, diciéndoles: "Muchachos, ustedes son chicos inteligentes y bien educados. ¿Qué les pasa?". Lo ensayaré la próxima vez y veré que resultados me trae... Lo único que sé es que el grito represor no conduce a nada, al menos a largo plazo. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dónde enseña, profe?