viernes, 20 de noviembre de 2020

Sobre la vacancia del presidente peruano Martín Vizcarra

No tengo una opinión clara sobre la reciente crisis política en mi país, en la cual, en el lapso de una semana, hemos tenido tres presidentes. Pero me animo a lanzar algunas ideas para ver si clarifico mi pensamiento.

Primero, existen pruebas muy claras y comprometedoras sobre actos de corrupción del expresidente Martín Vizcarra, cuando fue gobernador del gobierno regional de Moquegua.

Segundo, el Congreso -tomando en cuenta que ya la fiscalía estaba investigando aquellos delitos de corrupción, y en aras de no desestabilizar el país en plena crisis sanitaria y económica- no debió vacar al presidente Martín Vizcarra y debió esperar a que este termine su mandato, para que luego sea investigado.

Tercero, y pese a lo anterior, la Constitución amparaba a que el Congreso pudiera vacar al presidente Vizcarra, a través de la figura de la "incapacidad moral". Por tanto, considero que la vacancia sí fue legal y no fue un golpe de estado; y sin embargo, esta no se debió dar, ya que se trataba de un Congreso totalmente desprestigiado, con políticos con varias denuncias en su haber y por la crisis política que se iba a desatar.

Cuarto, la masiva protesta ciudadana en contra del nuevo presidente, Manuel Merino de Lama, fue en parte espontánea, pero también fue atizada por algunos líderes de opinión (algunos a partir de sus convicciones, otros con fines políticos) y sobre todo exacerbada por las redes sociales, que se han vuelto en un depósito de odios y rencores en su mayoría.

Quinto, en las marchas ciudadanas que llevaron a la renuncia del presidente Manuel Merino, gran parte de la población peruana marchó de manera pacífica, pero también hubo un grupo de vándalos infiltrados que generaron caos y violencia, y se enfrentaron de manera abierta a la policía. Por tanto, no hubo solo represión desmesurada por parte de la policía (que llevó a la muerte de dos jóvenes), sino también hubo violencia ejercida por un grupo minoritario de jóvenes violentos que se enfrentó a pedradas y fuegos artificiales con las fuerzas del orden, y rompió los cercos perimétricos dispuestos en zonas aledañas al Congreso.

Finalmente, los medios de comunicación pintaron realidades parcializadas, cada una según sus intereses. La gran mayoría de medios ensalzó la protesta ciudadana, condenó abiertamente la represión policial (lo cual está muy bien), pero omitió o ignoró aludir al pequeño grupo de jóvenes violentos que causaron destrozos y caos. 





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