Estoy gratamente sorprendido por la novela Flores amarillas, del escritor y periodista peruano Raúl Tola (1975). Había leído su primera novela juvenil Noche de cuervos (1999) que está escrita bajo la influencia de Bukowski y los escritores beatniks. Pero aquí, Flores amarillas, publicada ya en el 2013, es una novela histórica, ambientada en la época del presidente y dictador peruano Manuel Odría, y representa un salto cualitativo sustancial. En el 2013, ya Tola contaba con 37 o 38 años y, con dos libros más en su haber, Flores amarillas es una obra que muestra su madurez y crecimiento.
Raúl Tola ha dicho que esta novela cuenta la historia ficcionada de su familia y que se inspiró en la película "El Padrino", de Ford Coppola. La historia gira sobre un próspero empresario peruano de raíces italianas, Severo Versaglio, que detrás de su faceta de padre y esposo ejemplar, oculta la de hombre de negocios inescrupuloso que tiene negociados con el gobierno del dictador Odría y no duda, incluso, en hacer jugarretas y traicionar a sus socios con el fin de ganar más dinero. Sin embargo, la novela también relata el ocaso de aquel hombre y su imperio. Asimismo, en Flores amarillas, Tola cuenta -con los aderezos de la ficción- la historia de su familia. De cómo Albano Versaglio junto con su hijo Giovanni escapan de Italia y llegan al Perú en el siglo 19.
Hay que indicar, en primer lugar, que sorprende la buena prosa de Raúl Tola. Se nota que domina las palabras y sabe llevar el relato a través de buenos diálogos y párrafos muy bien construidos. Además, la estructura está bien planteada. Hay un gran trabajo detrás.
En segundo lugar, es una novela histórica ambiciosa. Se palpa que el escritor se ha documentado previamente para relatar la época del dictador peruano Odría, a mediados del siglo XX. Muestra los cambios que se van produciendo en Lima y en el Perú. A su vez, para relatar la Italia del siglo 19, y el periplo de Severo Versaglio por Brunate (en Lombardía) y Génova, se aprecia una exhaustiva investigación para hacer verosímil el relato.
En tercer lugar, es una novela entretenida que se lee de corrido. Muchos de sus capítulos te dejan en tensión de lo que luego va a suceder. Además, hay un trabajo más que destacado con la técnica, de la que sale airoso. Por ejemplo, Tola hace buen uso de los diálogos telescópicos, que alternan situaciones que ocurren en espacios o tiempos diferentes. Sin embargo, y de ahí mi crítica, se percibe aún la clara influencia de Mario Vargas Llosa -que incluso aparece como personaje brevemente-.
En suma, Flores amarillas es un muy buen libro, que muestra el gran talento de Tola; no obstante, refleja que le falta afirmar su propia voz sin que se perciba la deuda con sus maestros. Habrá que leer sus dos novelas posteriores para ver si lo consiguió.

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