La muerte de Iván Ilich es una novela corta o cuento largo del escritor ruso León Tolstoi. Aparecida en 1886, es considerada una de las obras maestras del su autor, además de Anna Karenina y La guerra y la paz. Personalmente, Anna Karenina, que la leí cuando tenía 19 añitos, es una de las novelas que más huella ha dejado en mí, por no decir, la principal. Esta novela abordaba diversos temas pero, sobre todo, la insatisfacción del ser humano. Y aquí, en La muerte de Iván Ilich, los temas trascendentales, como el propio título lo anticipa, son la muerte y la insatisfacción con la vida que hemos vivido. En pocas páginas, el genio de Tolstoi nos muestra la esencia del ser humano y la vida a través de Iván Ilich, un burócrata ruso exitoso que, de pronto, es aquejado por una grave enfermedad que lo llevará a la muerte en cuestión de meses. Sin embargo, la novela no es lineal, sino que empieza con la noticia de la muerte de Iván Illich y su velatorio. Es recién a partir del segundo capítulo -la novela consta de 12 breves capítulos- que el narrador nos relata la vida del personaje principal, desde su juventud, su etapa universitaria, sus primeros años trabajando como funcionario ruso, su enamoramiento y la familia que formará con Praskovia Fiodorovna, la enfermedad y su posterior muerte. Como ya indiqué, su ascenso social y personal se trastoca con la enfermedad que lo llevará a la muerte con tan solo 45 años. En esos meses de agonía, Ilich se percatará que esa vida de burócrata exitoso y padre de familia ejemplar de dos hijos, no tiene el valor real que él inicialmente pensaba. Se da cuenta que, pese a su ascenso en la escala social, al hecho de poseer una lujosa casa y haber formado una familia, no ha llevado la vida que hubiese querido. Ve, en sus últimos días, que ha vivido con apetitos, rencores y peleas mezquinas tanto en su trabajo como en su hogar. Siente la lástima de sus familiares hacia él que lo ven más como un estorbo. Asimismo, no encuentra sentido en la muerte y el sufrimiento que padece. Pese a eso, en su último momento de conciencia, pierde el miedo a la muerte y encuentra en ella una forma de liberación, de "luz", de "alegría". Sin duda, Tolstoi fue un genio.

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