Normalmente, uno conoce a un artista, de manera superficial,
a través de las 4 0 5 canciones que ha escuchado de este en la radio. Nuestros
juicios de valor dependen de solo estás pocas canciones que las emisoras
radiales se animan a pasar. Sin embargo, cuando uno profundiza en la carrera
del artista, se da con la sorpresa que su mundo artístico es mucho más rico y
complejo de lo que uno puede imaginar, ya sea para bien o para mal.
Eso es lo que ocurre con el músico argentino Andrés Calamaro
(1961). De manera superficial, uno lo conoce por sus canciones “Mil horas”, “Mi
enfermedad”, “Sin documentos”, “No se puede vivir del amor”, “Flaca”, “Cuando
te conocí”, “Loco” y un par más. Y por estas uno concluye, de manera apresurada,
que Calamaro es un músico regular que ha sacado un puñado de canciones buenas
pero nada más. Sin embargo, nos equivocamos, al menos en parte. Porque es claro
que el argentino no es Charly García o un genio mayor, pero sí es un músico más
talentoso, creativo y arriesgado de lo que uno pudiera imaginar. Rastreando su
larga carrera, se inició muy joven en los Abuelos de la Nada (a los 21 años),
se percibe su evolución, su búsqueda por
experimentar otros sonidos, su etapa prolífica a fines de los 90 y su sequía
artística en la última década.
Lo que más conmueve en Calamaro, luego de reinventarse
con la banda Los Rodríguez (1991-1995), es su época solista a finales de los
90s. En ese lapso publica tres discos que lo consolidarían: Alta suciedad
(1997), Honestidad brutal (1999), El Salmón (2000). El penúltimo es un disco
doble y el último un disco quíntuple. Y en estos discos encontramos varios temas que hoy son clásicos. Me imagino a
Calamaro en esa época, todavía no
llegaba a los 40, y me imagino que ya se sentía envejecer y estaba creando de
una manera loca y furiosa, como si el tiempo se le escapara de las manos, como
si la vida se le fuera en el intento. Quería hacer canciones, hacer arte, crear,
sin pensar en límites o si estuviese cometiendo excesos, había que crear sí o
sí, dejar constancia de su paso por esta vida, dejar su huella, sus canciones,
su voz ronca deslizándose en suaves o furiosas melodías, y que la gente, en unos años, recuerden y canten sus canciones, y repitan su nombre y
su leyenda. Y así lo hizo y así lo recordamos. No es un genio, es cierto, pero es
un buen músico que estará siempre presente.
http://www.youtube.com/watch?v=zIWhzLN8e4E
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