sábado, 26 de mayo de 2012

Solo para fumadores

Relato del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro, “Solo para fumadores” es una joyita literaria. Aquí el narrador, el álter ego de Ribeyro, nos relata su relación con el cigarro a partir de la adolescencia. Luego trascurre la historia por los distintos tipos de cigarrillos que consume a lo largo de su vida (Inca, Chesterfield, Marlboro, Derby, Lucky, Bisonte, Gauloises, Gitanes, Pall Mall, etc.)y que se vinculan con los diferentes lugares donde vive (Lima, España, Francia, Alemania, Huamanga, etc.) y las diferentes etapas de su existencia. Así, el cigarrillo es para el protagonista como una parte indesligable de su existencia, una necesidad básica como comer o hacer el amor. Además, necesita de su vicio para poder escribir, pues si no se siente intranquilo, desconcentrado, vacío.

Sin embargo, pasados los años, la salud se le deteriora producto  de su afición al bendito tabaco. Y pronto es huésped cotidiano de los hospitales y del doctor Dupont, quien le exige dejar de fumar si no quiere morir temprano. Y aunque en un principio el protagonista se propone dejar el cigarro, su vicio regresa tarde o temprano y se ve escapando del ojo avizor de su mujer para coger el pitillo y darle un par de piteadas que le devuelvan la calma a su cuerpo y su alma.

“Solo para fumadores” no es, como lo señala el mismo narrador, ni una oda ni una crítica al vicio del cigarro, sino la historia de un fumador que ama su vicio y todo el rito que aquello implica, pero también el de una persona que reconoce que aquel vicio le está quitando la vida de a pocos. Y lo curioso y hermoso, es que Ribeyro lo cuenta todo con humor, con una agudeza de artista consumado, con una prosa admirable y sabiendo, que aunque dicha dependencia lo llevará a la muerte (como lo hizo años más tarde), es también la  materia prima de uno de sus cuentos más brillantes e inmortales.  

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante... sabes Jorge ansío leer algo así como "Una buena mierda" o "Nada que decir"... buenísimas en verdad.

Muchos saludos,
Mary