Sin embargo, pasados los años, la salud se le deteriora producto
de su afición al bendito tabaco. Y pronto
es huésped cotidiano de los hospitales y del doctor Dupont, quien le exige
dejar de fumar si no quiere morir temprano. Y aunque en un principio el
protagonista se propone dejar el cigarro, su vicio regresa tarde o temprano y
se ve escapando del ojo avizor de su mujer para coger el pitillo y darle un par
de piteadas que le devuelvan la calma a su cuerpo y su alma.
“Solo para fumadores” no es, como lo señala el mismo
narrador, ni una oda ni una crítica al vicio del cigarro, sino la historia de
un fumador que ama su vicio y todo el rito que aquello implica, pero también el
de una persona que reconoce que aquel vicio le está quitando la vida de a
pocos. Y lo curioso y hermoso, es que Ribeyro lo cuenta todo con humor, con una
agudeza de artista consumado, con una prosa admirable y sabiendo, que aunque
dicha dependencia lo llevará a la muerte (como lo hizo años más tarde), es también
la materia prima de uno de sus cuentos
más brillantes e inmortales.
1 comentario:
Interesante... sabes Jorge ansío leer algo así como "Una buena mierda" o "Nada que decir"... buenísimas en verdad.
Muchos saludos,
Mary
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